NO SE PUEDE MENTIR TANTO
Hace doce años falleció mi madre.
Fue como muchos imaginarán uno de los años más tristes de mi vida.
Durante su velatorio recibí una corona que decía Daniel Hadad.
No me llamó la atención ya que hacía 48 horas había arreglado, de palabra, mi contrato para conducir el espacio de la primera mañana.
No tenía porqué dudar de su palabra ya que hacía tres años que me decía “Carolina, si te sirven frío el café en radio Continental, aquí yo te lo hago servir como te merecés.”
Yo, que siempre fui confiada, no tenía porqué no creerle a pesar de que sus antecedentes en no pocos sectores de la opinión pública, eran cuestionadores de sus conductas.
Recuerdo un día que Vicentico se negó a iniciar su recital porque él estaba en ese lugar.
Cuando se acercaba el día de comenzar el ciclo muchos de mis colegas me advertían que Hadad había contratado a Longobardi.
Yo no había renovado contrato con Continental ya que el grupo de Atlántida se la había vendido a Telefónica y comenzaron las remociones de los que habíamos trabajado durante la década anterior.
Ningún peso tuvo en esa decisión los ratings que tenían los programas que conducíamos, no sólo yo, sino Gómez Castañón en la segunda mañana, Lani Hanglin en la primera tarde y Mario Mactas en el regreso por ejemplo.
Poco a poco todo fue desguazado.
Cualquiera que lea las mediciones de esa época podrá comprobar que Continental siempre estuvo a lo largo de esos años en primero, segundo o tercer puesto.
Radio 10 aún no figuraba en las mediciones.
Hadad necesitaba que la primera mañana de Continental desapareciera del aire y para eso necesitaba que Carolina Perin no estuviera allí porque su alianza con Marcelo Longobardi ya estaba sellada.
Yo sé que estas palabras me pueden traer consecuencias, pero es la verdad.
Si no hablé antes fue porque tuve miedo de no poder trabajar en otros medios y yo necesitaba trabajar. Tenía a mi cargo la educación de mi hija menor y Hadad tenía poder.
Yo, gracias a Dios seguí mi vida y siempre me sentí protegida por el de arriba.
Hadad nunca me atendió el teléfono, nunca me explicó porqué me dejó sin trabajo y produjo esa hecatombe en mi vida.
Tardé años en entender lo que había pasado.
Ya era tarde y me dolió el alma todos estos años porque empecé a hacer radio en 1984 -cuando me recibí en el ISER- y nunca pero nunca había hecho un fracaso, siempre había medido bien y siempre había sido un producto que había dado ganancias a aquellos que me habían contratado.
Hoy lo escuché despedirse de Radio 10, la vendió.
Y yo que nunca le deseé a nadie el mal, a él tampoco.
Me contento con haberle retirado el saludo.
Sé que él no va a temblar por eso.
Sé que esta acción tampoco lo volverá más pobre pero...
él sabe que a mí no me puede mirar a los ojos por estas y por muchas otras razones que prefiero callar.
Buena suerte Daniel Hadad y que esto sirva para advertir a otros a los que podrías seguir dañando.
Carolina Perin.
