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jueves, 24 de octubre de 2024

Nuevo artículo del Financial Times sobre Milei

 

“Los resultados de sus políticas sorprenden a los escépticos”: nuevo artículo del Financial Times sobre Milei


El influyente diario británico publicó un informe especial enfocado en inversiones en Argentina. El artículo resalta la baja de la inflación y la reducción del déficit y la brecha cambiaria, pero advierte por la recesión, la pobreza y el desempleo.

El Presidente Javier Milei sigue generando atención en los medios internacionales. En esta oportunidad, The Financial Times (FT) le dedicó un extenso informe en el que analizó todas las variables de la economía argentina, con especial enfoque en las inversiones.


jueves, 28 de marzo de 2024

La pregunta que circula sobre el PRO

 

La pregunta que circula sobre 

el PRO

La posible extinción del partido amarillo es un fantasma que recorre los círculos políticos desde hace un tiempo y no sorprende a nadie. Por qué.

Hace pocos días me invitaron a un cumpleaños en donde me encontré con algunos conocidos del PRO, unos cuantos de ellos cumplen funciones hoy o algún rol en el partido. También había algunos jóvenes que militan en sus filas. Y por último, otros que en un pasado formaron parte del espacio o de la gestión y que hoy la miran de afuera, como yo. 

Una pregunta se reiteraba entre copas: “¿Está muerto el PRO?”. Quizá por mis tweets, por mis artículos, o por el libro “24 de agosto”, algunos de ellos creyeron que podía aportar alguna conjetura interesante a esa discusión. 

De alguna manera, sentí presente el interrogante durante toda la noche. Cada tanto me esforzaba por dar alguna posible respuesta y por oír algunas opiniones. Hasta que con la última copa de la noche abandoné todo intento de sutileza: “me parece que está en terapia intensiva”. No era una gran revelación, ni una genialidad. Para nada. Todos parecían sentir/saber lo mismo. Esa posibilidad es un fantasma que recorre los círculos políticos desde hace un tiempo. No sorprende a nadie. 

Como dije, actualmente no estoy en PRO. Eso facilita las cosas a la hora de opinar. Hace más fácil escribir sobre eso. Simplemente, opino abiertamente sobre el partido porque me importa como ciudadano. Quizá, por un dejo de melancolía sobre todo lo bueno que propuso. Recuerdos que uno, aceptemos, también tiende a idealizar. Como cuando se ve la foto de una novia del pasado o escucha una canción que lo traslada inmediatamente a algún otro momento de la vida. En este caso, a una valentía torpe de creer en algo, aún en un país en el que la frase que más repetida desde siempre es “esto no cambia más”. No se es joven si uno no está dispuesto a rebelarse contra eso. Y yo era joven cuando empecé a participar del partido.

¿Por qué algunos sentimos que el PRO está en terapia intensiva? 

Todavía ensayo posibles respuestas. La que está más a mano es la que repiten los analistas: porque dejó de representar el cambio. Pero, ¿por qué pasó eso?. No creo que el problema sean sus ideas, como puede pasar con otros partidos políticos. Creo yo que sus ideas de base siguen siendo una propuesta superadora para el país. 

Tiendo a creer que la crisis del PRO no es producto de un fracaso de sus ideas, sino de endogamia. De ceguera. De mirarse más el ombligo para conformar a unos pocos y repartir poder, en lugar de ver lo que pasa afuera. Y de afuera justamente llegó un tipo que entendió mucho mejor todo esto. No es que Milei le sacó la bandera del cambio al PRO; el PRO se la entregó en bandeja. 

No sé qué va a pasar con el PRO. Pero pienso que es importante que lo que representa o representó alguna vez siga vivo. Y siento que todavía hay un importante sector de la sociedad que espera cosas de ese espacio. Sobre todo, la enorme cantidad de gente que decidió apoyar al actual presidente a última hora en el balotaje y que lo hizo teniendo reservas importantes. Que por más que espera que la economía mejore y que apoya medidas, no coincide en muchas cosas profundas con el gobierno. Por eso, me molesta cuando veo al PRO inmóvil. Lerdo de reflejos. Aburguesado. Insistiendo con un continuismo de todo lo que le hizo mal en los últimos tiempos. Muchas veces, disociado de la realidad y sin ganas de innovar. Corriendo atrás del bondi del cambio con exceso de peso y la gente gritándole “dale, la puta madre, corré”. Pienso que no intentar levantar la vara, sería defraudar a toda esa gente. 

No por esto reniego de lo que digo o escribo cada tanto sobre el PRO. Creo en ese espacio. A veces pienso -estoy casi seguro- últimamente más por esa melancolía que por esperanza. También, por eso, muchas veces me enojo cuando veo estas cosas que menciono. Es cierto que el tiempo es un enemigo complicado para los partidos políticos y el PRO ya tiene más de 20 años. Quizá todo esto que pasa sea inevitable. Es que el tiempo es implacable. No se salva nadie.  

Hace pocos días escribí un tweet afirmando que el PRO había planteado algunas ideas poderosas en la Argentina, aunque gran parte de la “intelectualidad” las ninguneó en su momento y aún lo hace. La idea de hacer las cosas, a pesar de que fueran “invisibles”, simplemente porque era lo que correspondía. Básicamente empujar el concepto de que era posible vivir mejor en este país si intentábamos solucionar los problemas de fondo en vez de priorizar el corte de cinta, la foto, el besito y medalla habitual del cortoplacismo. Que no se te inunde la casa, que no se te corte la luz, que puedas viajar bien. Pararse de manos contra esa rutina horrible en la que se convirtió la Argentina. Solo hacía falta trabajar con seriedad e innovar mirando al futuro, no quedarse en discusiones interminables.

Leía ayer la respuesta de Guillermo Dietrich a Pierpaolo Barbieri que se hizo viral sobre por qué no hay un tren al aeropuerto de Ezeiza. Fue impecable. Por un minuto volví a sentir que ahí estaba el PRO, vivo. Un partido que no subestimaba al electorado. Que no necesitaba gestos ampulosos y tribuneros para hacer política. No es menor esto, en un momento en que la emocionalidad guía, que haya alguien que todavía levante la bandera de los resultados, el estudio, y la no improvisación. Puede que no mueva pasiones, pero, otra vez: resolver los problemas con seriedad es lo único que sirve para no estar tapado de agua hasta las orejas. 

 ¿Por qué decidí escribir esto?

Porque creo que vale la pena decirlo de vez en cuando en voz alta, escribirlo, o lo que sea. Para que no quede en una charla de tragos. Aun cuando no le interese a nadie o alguno se enoje. Espero que a los que les toque hacer las cosas en lo que viene dentro del PRO, en este futuro inmediato, puedan hacer algo mejor en esta nueva etapa. Para no tener que seguir escuchando esa pregunta de aquella noche. Y para que a los que nos importa, y la vemos desde afuera, tengamos otra opción mejor que aferrarnos a la melancolía de haber sido parte de algo mejor. (Sección País)

lunes, 15 de julio de 2019

Excelente artículo que jamás hubiéramos imaginado ver en ese diario

El Cronista

Dólar en $ 60, Macri en helicóptero y el caos: una derrota sin cartas y sin letra

DÓLAR EN $ 60, MACRI EN HELICÓPTERO Y EL CAOS: UNA DERROTA SIN CARTAS Y SIN LETRA

La dilución del último augurio y la frustración de los mohicanos. Al sumo pesar de la herencia, esta vez no habrá un dólar en $ 60, en esta ocasión no veremos a un presidente elegido democráticamente subirse a un helicóptero mientras lo golpea caóticamente el bando opositor. Se incuba bajo esta incipiente y esperanzadora realidad una nueva frustración para un pasado siniestramente gris y como en la célebre novela de James Cooper, el último de los mohicanos se convierte en la más ácida y despiadada metáfora para caracterizar a una estrategia electoral que utilizó a la crisis y al caos como única carta ganadora, una jugada que a la luz de los acontecimientos quedó relegada solamente al oscuro presagio de un Armagedón que no pudo ser. No es causalidad entonces, que bajo esta crecientemente optimista realidad se observe al pasado reducido a un confundido grupo de interlocutores extremos sin cartas, sin letra, sin coordinación, sin debate, sin estrategia, apostando permanentemente a la eventualidad de un cisne negro que no ocurrirá. A partir de un dólar tranquilo, renacen las chances de preservar la libertad para la República Argentina: bendita seas entonces estabilidad cambiaria.
Adiós y no vuelvan más. Los argentinos en cambio, le empiezan a decir no otra vez más a la herencia del pasado. Los argentinos mayoritariamente le dicen sí a vivir en libertad, le dicen sí a trabajar en paz, le dicen sí a respetar nuestra democracia, le dicen sí a honrar nuestra república y por sobre todo, le dicen sí a nuestra única e inmodificable Constitución Nacional. La ciudadanía comienza a dimensionar la plena magnitud en la gestión del presidente Mauricio Macri. Este señor al que unos pocos irrespetuosos llaman fracasado, decidió poner sobre su espalda nada más y nada menos que el desafío más enorme encarado por un mandatario desde el retorno a la democracia: vencer a un pasado dictatorial, torcerle el brazo al comunismo de Estado, derrotar a un populismo extremo cuyo único objetivo es ampliar la miseria de nuestra nación para perpetuarse en el poder en aparente defensa de los pobres, reconectarnos al mundo, fortalecer nuestras diezmadas instituciones, desterrar al narcotráfico, reconstruir nuestra decadente infraestructura, reformular una política energética que nos permita crecer sin limitaciones y por sobre todo, impedir que Argentina claudique ante las garras de la tiranía y pierda su libertad tal como le ocurrió a Venezuela. Estas elecciones serán épicas y marcarán una línea inquebrantable entre lo ético y lo moralmente inaceptable.
Cuando hay historia, las promesas se tornan en irrelevantes. La herencia se quedó sin su mejor aliado: el caos y queda entonces expuesta a relatarle a los argentinos qué podrían hacer si eventualmente fuesen electos. Y en ese entorno, la historia habla por sí sola y con crueldad contundente.
  • Primero, la herencia significó cepo cambiario.
  • Segundo, la herencia significó un aumento voluptuoso del gasto público, ese que hoy tanto impuesto de los argentinos requiere para solventarse.
  • Tercero, la herencia nos condenó a una crisis energética con un drenaje crónico de reservas.
  • Cuarto, la herencia dejó al país con déficits gemelos tanto en cuentas internas como externas.
  • Quinto, las nacionalizaciones unilaterales de empresas ejecutadas en nombre y a cuenta de la Argentina, condena actualmente a nuestro país a pagar sumas millonarias por esos conceptos, recursos que podrían haberse utilizado entre otras cosas para financiar escuelas y hospitales.
  • Sexto, la herencia fue una máquina de producir pobres, llevándonos a máximos históricos aun cuando nos decían que en Alemania estaban peor que nosotros.
  • Séptimo, la herencia nos dejó con niveles de inseguridad no vistos antes en nuestro país.
  • Octavo, la herencia nos condenó a un estado de default. Y podría seguir con una lista larga y pesada de errores trágicos pasando incluso por el “evento Nisman”, pero a esta altura, el bosque del pasado ya fue más que pintado en este párrafo.
De esta forma, la mala praxis populista ha sido tan evidente, generalizada y abrumadora, que observamos a un movimiento al que se le cayó su única carta ganadora y ahora sólo tiene a la implacabilidad de la historia como excluyente testigo de su despilfarro. Y es precisamente en este punto en donde el FMI le dio al pasado una razón más para aborrecerlo: a partir del nuevo acuerdo, la estabilidad cambiaria llegó para quedarse y con ella comenzó un fortísimo repunte electoral en manos del presidente Macri, dinámica que no hará otra cosa que fortalecerse en los próximos meses.
Lo último que se pierde es la esperanza. Es altamente probable que seamos el país en todo el espectro del Planeta Tierra más sensible a las fluctuaciones del dólar y en ese sentido así como la locura cambiaria se traduce en rebeldía electoral y castigo al oficialismo, la calma del billete comienza a convertirse en una muy sostenida mejora de la imagen de Cambiemos  y por lo tanto, de la aceptación que la ciudadanía exhibe respecto a la gestión del actual presidente. No es casualidad que las encuestas comenzaron a revertirse precisamente a partir del momento en donde el gobierno fue capaz de estabilizar al tipo de cambio y esto recién comienza, los mohicanos empiezan a caducar en soledad presa de su inocultable contradicción.
Desde inicio de año el populismo extremo basó toda su estrategia electoral en el colapso de la economía argentina apostando principalmente a una corrida contra el dólar que desestabilizase al gobierno del presidente Macri condenándolo al club del helicóptero, ese que supieron conocer muchos presidentes no peronistas antes de culminar su mandato. El escenario soñado del pasado era ver a Peronia desorbitándose con un dólar en 60, con argentinos entrando en estado de esquizofrenia generalizada, con caos descontrolado a nivel macroeconómico y finalmente, con ciudadanos suplicando por el retorno del populismo salvador, ese que te da migajas con un mano y te carcome en múltiplos con la otra. Lo cierto es que para decepción de la izquierda y de la derecha también, el escenario de crisis inminente no ocurrirá al menos de caras a las elecciones del 2019 dado que ha sido neutralizado por el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. A través del mismo, el gobierno comenzó a disponer de algo que le venía faltando desde abril del 2018: un ancla cambiaria que estabilizase la emocionalidad de una nación que vive permanentemente al borde del ataque de nervios atada al destino de la codiciada lechuga.
El mazo vacío. Para un pasado que no tiene nada para ofrecer ni debatir, la apuesta al colapso fue siempre su única carta maestra, una carta que dejó de ser efectiva desde mayo de este año, momento a partir del cual el dólar pierde volatilidad y además comienza una tendencia de depreciación frente al peso que se exacerbó durante el mes de junio de la mano de la fracasada fórmula y de la sorprendente estocada final M de incluir al Senador Pichetto en la fórmula electoral. Pero la frustración populista no termina ahí, además ocurrió algo totalmente fuera del control del presidente Macri: la economía norteamericana viene amagando con entrar en recesión y en respuesta a dicha coyuntura la Reserva Federal  comenzará en breve con un nuevo ciclo de baja de tasas de interés que ha debilitado al dólar a nivel mundial contra la mayoría de las monedas emergentes. Resulta evidente entonces que varios factores se han concatenado para asegurar una razonable estabilidad cambiaria de caras a octubre 2019 aspecto que está teniendo enormes impactos electorales, calmando a la ciudadanía y mejorando ampliamente la imagen de Cambiemos. Bien por Argentina. (EL Cronista)

(¡Gx WRMH!)