miércoles, 24 de mayo de 2023

Hermoso y emotivo recuerdo de nuestra infancia escolar

Azulunala

Andaría yo por los 15 o 16 años cuando tuve una revelación: la letra decía "azul un ala". No era azulunala, ni a su lunala, ni azulunara… Era (había sido siempre) azul un ala, un ala azul. Y como al ratón Pérez le siguen Papá Noel y el conejo de Pascua, a esa epifanía le siguieron "y forma estela" (que supo ser "informa Estela") y "el ala es paño" (que no era "el ala espáñol"). Me atrevería a apostar que cualquier argentino que lea estas líneas habrá pasado por las mismas sensaciones de extrañeza y eureka con esta letra tan arraigada y hermética. La canción patria se llamaba “Aurora”, y se entonaba a voz en cuello cada mañana, hiciera un frío glacial o un calor de tumbar pájaros. Se cantaba con solemnidad, aunque no se entendiera nada de la letra, como si estuviese en un lenguaje inaccesible pero muy sagrado. Hace ya algunos años me propuse desentrañar el misterio de “Aurora”. Sabía, sí, que en su origen era el aria de una ópera encargada en 1908 para fogonear el espíritu nacional antes del Centenario. Sabía también que esa aria había sido muy exitosa, tanto que se había desprendido de la ópera y llegado a ser canción patria, de patio y delantal (lo aprendí en la promesa a la bandera de mis hijas). Pero su letra seguía siendo un misterio para mí. La primera estrofa, aunque algo críptica, desplegaba una metáfora bastante comprensible: la bandera que se izaba era un águila guerrera en vuelo triunfal. Sus alas, azules, eran las franjas de la bandera nacional. Una linda imagen, ciertamente. Alta en el cielo, un águila guerrera audaz se eleva en vuelo triunfal. Azul un ala, del color del cielo, Azul un ala, del color del mar. El estribillo, por si no había quedado clara, explicaba la metáfora: Es la bandera de la patria mía, del sol nacida, que me ha dado Dios. Y entonces… llegaba el derrape. Así en el alta aurora irradial punta de flecha el áureo rostro imita y forma estela al purpurado cuello. El ala es paño, el águila es bandera. Años pasé tratando de entenderla. Pensé que el áureo rostro era el sol del centro de la bandera, pero no se parecía en nada a una punta de flecha; y el purpurado cuello sería ¿un obispo? ¿o el gorro frigio? ¿Y sería la estela del purpurado cuello uno de esos cuellos almidonados de los cuadros flamencos? Nada cerraba. Hasta que encontré un artículo de Juan Sasturain que me dio la clave: la ópera de la que nos había llegado el aria estaba en italiano y había sido traducida. Muy mal traducida. Esta es la versión que encontré en italiano (¿será la verdadera? ¿estará correctamente escrita?): Alta pel cielo una aquila guerriera ardita s’erge a volo trionfale. Ha un’ala azurra del color del mare, ha un’ala azzurra del color del cielo. Cosi nell’alta aureola irradiale il rostro d’or punta di freccia appare, porpora il teso collo e forma stelo, l’ali son drappo e l’aquila è bandiera. É la bandiera del paese mio Nata nel sole, ce l’ha data Dio ! De la estrofa misteriosa, dice Sasturain: “En el original italiano, no hay “aurora irradial” (no existe en castellano) sino “aureola irradiale”, es decir: la aureola de rayos del amanecer que, como la que ilumina la cabeza de los santos, ilumina al águila, Pero eso no es lo peor: se traduce el verso “il rostro d’or punta de freccia appare” como “punta de flecha el áureo rostro imita”, cuando “rostro” es “pico” en italiano: es decir que el pico del águila, iluminado, parece una punta de flecha, el extremo metálico del asta. Y a continuación, lo peor: el verso “Y forma estela al purpurado cuello” es un delirio por “porpora il teso collo e forma stello”, que quiere decir –-creo yo, en mi elemental italiano al paso– que enrojecen (los rayos del sol) el tenso, alargado cuello (del águila) y forman el tallo (“stelo”, no es “estela”), el asta de la bandera.” Así que, al final, nuestra canción patria nació para aria de ópera y en italiano, fue terriblemente mal traducida, y nos tuvo décadas cantando palabras inexistentes en español. Y sin embargo, "Aurora" ya es nuestra "Aurora", y la llevamos en el bolsillo del delantal. Porque lo que la hace patria no es ese Frankenstein que nos llegó, sino el alma que le pusimos y le seguimos poniendo cuando con la voz quebrada (supongo que no solo yo) le cantamos, mientras levanta vuelo, mástil arriba, con un ala azul como el cielo, y la otra azul, como el mar. Carolina Randle

(Gx Serguey!)

3 comentarios:

  1. Gracias Carolina y Serguey por compartir esta maravillosa aclaración! Me emocioné al leerla!
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por el dato!!! Yo también me emociono en cada acto de mis hijos y siento ese fueguito interno que nació cuando iba al colegio y nos enseñaban a amar a nuestra Patria!! Ese fueguito que me hace seguir acá y pensar que un pueblo tan grandioso tiene que encontrar el rumbo algún dia!!! Después veo que a los chicos no se les enseñan ni los sueños por los que lucharon nuestros próceres ni las marchas patrias que nos unen en sentimiento y que los pocos docentes que las cantan son los próximos a jubilarse, y pienso que por algo estamos como estamos y pierdo la esperanza de encontrar la salida....
    Quizás me invade la melancolía recordando la ilusión con la que se esperaba el desfile en mi niñez donde todos se unían, y no estas payasadas partidarias que quieren apropiarse no sólo de nuestros festejos patrios sino también de nuestro futuro...

    ResponderEliminar

Si sos KAKA no entres a este espacio. No sos bienvenido.

Derecho de admisión... le dicen...