viernes, 31 de mayo de 2019

El sistema de COIMAS en el Tucumán de Alperovich: un tipo en pijama recibía bolsas de consorcio repletas de dólares que le llevaban los constructores

José Alperovich, José López y Julio De Vido.

"El Zar", la biografía de José Alperovich que escribieron Nicolás Balinotti y José Sbrocco, cuenta cómo se pagaban las coimas en el Tucumán de Alperovich:

El 21 de Julio de 2004, la Nación firmó un convenio con todas las provincias para la construcción de viviendas. En ese momento, a Tucumán le tocaron 4.000 casas. El presupuesto era de 30 mil pesos por cada una. Eso representaba unos 120 millones de pesos; nada despreciable para una actividad que venía de una crisis terminal y había producido la quiebra de muchas compañías.

Con ese convenio bajo el brazo, Alperovich citó a todos los empresarios de la construcción a un acto en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno. Tomó el micrófono y fue directo al grano:

— Muchachos, hay obras para todos, repartan ustedes. Yo acepto sin peleas, entonó el gobernador.

La voracidad empresaria se relamía. Los hombres de negocios se miraban cómplices y sonreían. Sus compañías volverían a las épocas de bonanza. Estaban todos expectantes, pero sin dudas que ese anuncio los marcó para siempre.

Al poco tiempo, desde la Cámara Argentina de la Construcción, avisaron a la filial local que un funcionario del Ministerio de Planificación Federal llegaría a la provincia para reunirse con ellos y avanzar con los proyectos que se iban a desarrollar en la provincia.

Los empresarios Juan Falivene, Rodolfo Antonio Alonso, Fernando Battig y Antonio Viola recibieron al enviado de la Nación, que desembarcaba en la provincia con la chapa de ser “el hombre de De Vido”. Su nombre era Andrés Galera y efectivamente aterrizó en Tucumán con el aval del súper poderoso ministro de Planificación Federal, Julio De Vido.

Los constructores quisieron agasajar a Galera y lo llevaron a almorzar a un bar de la calle San Martín, entre Junín y Salta, en el corazón de la city tucumana. El funcionario sorprendió ni bien irrumpió el mozo: ordenó “el vino más caro y la mejor comida para todos”, según recordó uno de los presentes. El mozo aún no se había llevado el pedido cuando Galera les advirtió a los comensales: “Muchachos, hay que poner el 5 por ciento en cada obra adjudicada”.

El asombro tomó por asalto a los empresarios. Tras un segundo de un silencio eterno, la primera reacción fue espontánea: se negaron a pagar ese retorno porque no habían sido avisados de antemano que debían cotizar con sobreprecios para devolver ese dinero a los funcionarios.

La charla continuó y alcanzó cimas de tensión, aunque nadie perdió la compostura. El almuerzo siguió guiado por la incomodidad y el desacuerdo.

Ante la negativa de los empresarios, el Gobierno nacional había decidido no enviar los fondos comprometidos para los anticipos de las obras. El tiempo pasaba y los empresarios decidieron viajar a Buenos Aires con el afán de destrabar la negociación. Confiaban en la gestión que podía hacer Carlos Wagner, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción y un empresario muy cercano al ex presidente Néstor Kirchner.





4 comentarios:

  1. Yo hubiera titulado "El Rabino" al libro...

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  2. Una buena síntesis de malversación de impuestos pagados por el pueblo.

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  3. Todos asquerosamente peronchos chorros.

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  4. Te juro que todo es vomitivo. Y para peor hay un montón de gente que los va a votar. Ale

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