EDICIÓN IMPRESA COLUMNISTAS 08.12.15 | 00:00
Perder la dignidad
ERNESTO TENEMBAUM
Periodista
El 25 de abril de 2003, Carlos Menem supo que nunca más sería Presidente de la Nación. Ese día se realizó la primera vuelta de las elecciones y, si bien había salido primero, la diferencia con el segundo fue mucho menor a la que esperaba. No hubo dudas, entonces, que Néstor Kirchner le ganaría el ballottage por una diferencia abrumadora. Menem, que se sentía el político más importante de la historia argentina, no soportó la idea de perder. Entonces, semanas después, se retiró y lo hizo de la peor manera: insultó a quien estaba a punto de ganarle, acusó a Néstor Kirchner de ser montonero. La pataleta no le hizo bien. Quedó para siempre como el hombre que se bajó de la pelea. Perdió, además de una elección, la dignidad. Y el nuevo Presidente salió fortalecido.
Más de doce años después, la historia se repite. Cristina Fernández de Kirchner debe entregarle el jueves los atributos de mando a Mauricio Macri. Y está a punto de bajarse de la ceremonia porque no acepta el triunfo de quien, inevitablemente, será su sucesor. Para justificarlo, igual que Menem, lo insulta. Si se baja, como parece en el momento de cerrar estas líneas, no se perjudicará nadie más que ella: quedará para la historia como la primer presidenta que se negó a entregarle la banda a su sucesor. Además de una elección, perderá la dignidad.
Es disparatado e innecesario.
Pero nadie es quien para privarle al otro de los placeres de la vida.
Apenas se supo que Macri ganó, Cristina y los suyos -la agrupación conocida como La Cámpora, que lidera su hijo- anunciaron que realizarían una marcha frente al Congreso el día de la asunción. Esa marcha estará integrada por personas que han coreado, durante años, "Macri, basura, vos sos la dictadura". Y que lo piensan, además, como se puede leer en la última nota de Horacio Verbitsky. Desde la derrota del 22N no hubo un solo discurso público en el cual Cristina reconociera el triunfo de Macri con hidalguía. Lo acusó implícitamente de querer reemplazar a Zamba por el Pato Donald, de intentar manejar el país como una empresa, de gritarle en privado, de desconocer la Constitución, de ganar por poco, de intentar adquirir autoridad por medio de un acto protocolar. Su jefe de Gabinete, además, se preguntó si Macri quería bañarse en la pileta de Olivos y aclaró que la ceremonia de traspaso no se podía hacer en Barrio Parque.
En esos mismos días, Cristina tomó decisiones que afectan seriamente la gestión a punto de comenzar, sin consultar con la persona que va a encabezarla dio la orden a funcionarios para que no se movieran de puestos clave para cualquier Presidente, como lo fueron antes para ella. Y en ese contexto, Juan Carlos Pallarols, el orfebre a cargo del bastón presidencial, denunció que personal de la Casa Rosada lo amenazó para que lo entregue.
Lo natural, una vez conocido el resultado electoral, era ponerse a disposición del que llega.
Pero no fueron así las cosas.
Esta sucesión de rarezas trasnforma en poco relevante el contenido del diálogo, que solo ellos conocen, entre Fernández de Kirchner y Macri. Pero puede haber convencido al Presidente electo de que estaba caminando hacia una trampa: dados estos elementos, podía asumir en medio de silbidos y abucheos en su contra, en la calle y en el recinto, y de ovaciones para Cristina. Entonces, reclamó lo obvio: que la ceremonia se hiciera de la misma manera que siempre. Juan Domingo Perón asumió tres veces en la Casa Rosada. Carlos Menem, dos. Hector J. Cámpora, Raúl Alfonsín, Arturo Illia, Fernando de la Rúa, una. Zamba, el ídolo de Cristina, lo explica con claridad en sus videos ¿Cuál sería entonces el problema? ¿Que a ella se le va el vuelo a Santa Cruz? ¿Que no la esperan para el check in?
Si uno sigue el recorrido de Cristina en los últimos años, está claro hacia dónde lleva la línea de puntos. Pero eso no quiere decir que, en el camino, no haga daño: al país, al PJ, a ella misma.
Macri tiene muy medido este proceso. Desde que desembarcó en política, enfrentó ocho veces al kirchnerismo. La primera perdió en segunda vuelta contra Aníbal Ibarra, que era el jefe de una coalición que incluía, por ejemplo, a Elisa Carrió. Todas las demás, les ganó. Tal vez, en el 2019, se dirima cara a cara la batalla entre los dos políticos más importantes del momento. Pero mientras tanto, al macrismo le encanta la lógica K. Cuando aparece un tercero, como Martín Lousteau, los complica. Pero al kirchnerismo sabe ganarle. En ese contexto, la decisión de Cristina de emprender el operativo retorno, desde el día siguiente de la derrota de Scioli, es una buena noticia para ellos: la deja en pie, la exhibe, le divide al peronismo.Pero las cosas no son tan fáciles. Macri podrá aceptar o no los atributos de manos de Cristina, pero igual deberá ir al Congreso a jurar y leer su discurso de asunción. El bloque kirchnerista podrá ser respetuoso, aceptar su discurso o apelar a distintos métodos para debilitar su autoridad. Luego, en la calle, el Presidente electo volverá a enfrentar un escenario imprevisto. Como en otros momentos de su historia, cuando sintió que podía perder la escena pública, la conducción del kirchnerismo le pidió a sectores afines que hicieran acto de presencia, en todo caso, para disuadir la llegada de otros. Ese marco de tensión que rodeará las ceremonias del jueves, es muy revelador de lo que viene: Cristina liderará un sector de la oposición que será, hacia él, intransigente y agresivo. Una cosa es utilizar estos defectos del adversario para ganarle las elecciones, y otra muy distinta gobernar. El kirchnerismo puede argumentar con todo derecho que quien quiera gobernar este país no puede quejarse: ellos también tuvieron sus propios desafíos.
Macri deberá demostrar el jueves que tiene estatura presidencial: que puede hablar sin titubear frente a un público al menos parcialmente hostil, que puede soportar con estilo un eventual agravio, que sale de situaciones difíciles como un líder y no como un personaje menor, timorato, tembloroso. Las reglas las pusieron otros, pero la presidencia la buscó él, y este es el país que es. Será el primero de una larga seria de desafíos y no, precisamente, el más complicado.
Los partidarios de la jefa de Estado saliente se ofenden ante cualquier comparación entre ella y Carlos Menem. Es una discusión poco interesante. Nadie es completamente igual ni completamente diferente a otro. Pero hay algunas similitudes que caen de maduro. A saber: las ganas de quedarse para siempre en el poder, los choques con la prensa y el poder judicial, sus fortunas incalculables, la defensa del dólar barato, la dificultad para aceptar las derrotas, su rara creencia de que son únicos e irremplazables. Y la manera en que padecen la democracia. La toleran, es cierto. Son parte de ella. No rompen sus límites. Pero, es tan evidente: en el fondo la padecen. Tal vez, Cristina incluso un poco más que Menem. Los dos no han podido con sí mismos. Menem, aquella tarde de mayo de 2003, perdió la dignidad. Cristina está a punto de hacerlo. Menem nunca sobrevivió a aquel momento: fue, para siempre, la caricatura que otros pintaban sobre él. Pero Cristina sobrevivirá: ¿no es acaso el cuadro más importante de la historia occidental?
Fuente: Cronista
Vaya uno a saber, que habrán visto tangencialmente los de Cambiemos para llegar a ese extremo.
ResponderEliminarhttps://twitter.com/clarincom/status/674277735708119040
Cristina Fernandez, no perdio la dignidad, porque nunca la tuvo, fue es y sera una mujer arrastrada y nesfasta, CFK NUNCA MAS!!! por el bien de la patria y de los argentinos.
ResponderEliminarY no sólo sufrió todas esas derrotas, sufrió la peor de todas, la que nadie menciona, se quedó sin la Caja. Sin plata no hay Kirchnerismo.
ResponderEliminarQUE TANTO PROTOCOLO, LA YEGUA NO VALE NI UNA PUTEADA, QUE DEJE LA LLAVE EN PORTERIA Y SE VAYA A LA PUTA QUE LA PARIO !!!!!!!!!!
ResponderEliminar1513 ESTOY FELIZ PORQUE LA YEGUA DE CRISTINA SE VA POR LA PUERTA CHICA, COMO UNA MUQUI, JAJA PERO MAS FELIZ VOY A ESTAR CUANDO VEA EL ATAQUE DE KONCHA QUE VA A TENER CUANDO ENTRE A LA CARCEL JAJAJJAJJ
Eliminarkaka detected.
EliminarCuanto odio y rencor. Estas dolido/da por que se te acabo el curro y el choriplan.
Recorda kuka estas palabras las vas a empezar a escuchar entre los tuyos en algun momento y te vas a acordar de este comentario.
Las palabras son claro esta viniendo de Ks, Ultrak y camporistas:
1-Yo no soy kisnerista.
2-Yo nunca fui kisnerista.
3-Yo nunca los vote.
De a poco te vas a ir dando cuenta.
Chau Chau kuka
No calentarum. Ya lo barrí.
EliminarQue clase esta dando magdalena en lo de mariana fabianni
ResponderEliminarMuy buena nota de Tenembaum. Zlotooo !!! vos no publicàs nada ???
ResponderEliminarQue se vaya y que vuelva para tribunales y se pudra en la carcel y le confisquemos los bienes y que FAYT LE ENTREGUE LOS ATRIBUTOS #FAYT
ResponderEliminarYo lo ùnico que digo, que todo este sainete del traspaso es un bochorno ideado por esta loca de mier...! Ella quiere ser la protagonista hasta el ùltimo minuto.
ResponderEliminarEsto lo ve el mundo, asì que la ùnica perjudicada es ella, pero en su locura de egocentrismo y soberbia parece no darse cuenta.
Y lo peor seràn lo de adentro, cuando a partir del jueves ya no le den ni los buenos dìas.
No concuerdo del todo con lo suscrito en el articulo pues, cfk hoy es pasado condenado,desde ya solo importa Mauri y el gran desafío que le espera por delante al conducir un país.
ResponderEliminarJulia: parece que nuestra benemérita,tampoco va al Congreso.Es algo que no se puede creer,o si, podrán ahora darse cuenta en qué manos estábamos??????????????? Tanita.-
ResponderEliminarMe pareció un buen análisis el de Tenembaum. La verdad, yo no soy ultra anti K y tampoco soy macrista. Espero que Julia no me borre por decir esto, y muestre tolerancia democrática (me daria mucha tristeza que este blog se convirtiera en un medio oficialista) Le reconozco algunos logros al mandato K y le crítico muchas cosas. Me parece burdo y simplista caer en insultos y referencias a la salud mental de CFK. Por eso me gusta Tenembaum, porque sus análisis están los más despojados posible de emociones, que siempre alteran la razón. Sólo discrepo con el en que Menem haya perdido la dignidad por haberse bajado del balotaje. Creo que la perdió antes, cuando el pueblo entendió que su mandato fue una fiesta para unos pocos y el infierno para la mayoría.
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