domingo, 30 de junio de 2013
IMÁGENES DE VICTORIA XIPOLITAKIS ANTES DE LA CIRUGÍA DE LIPOSUCCIÓN
Victoria Xipolitakis se sometió a una liposucción para tener la panza chata que tanto deseaba y mostró los polémicos resultados vía Twitter.
"No quería bajar de peso porque no quería volver a perder las piernas ni la cola, que es mi fuerte. Me sacaron tres litros de grasa de la pancita".
Y así quedó...
(¡Gx Medea!)
"No quería bajar de peso porque no quería volver a perder las piernas ni la cola, que es mi fuerte. Me sacaron tres litros de grasa de la pancita".
Y así quedó...
(¡Gx Medea!)
EL INCREÍBLE BAILARÍN DE AMERICA`S GOT TALENT QUE DEJÓ BOQUIABIERTO AL JURADO CON SU MATRIX STYLE. VIDEO
El video ya recibió casi 2.500.000 visitas en Youtube...
Kenichi Ebina - Matrix Robotik Dancer
Kenichi Ebina - Matrix Robotik Dancer
CASO ÁNGELES: EL PORTERO SE QUEBRÓ EN LA CÁRCEL Y DIJO "ME CONVERTÍ EN UN MONSTRUO"
Fue en un pabellón del penal de Ezeiza. Los psicólogos aseguran que está triste y ansioso. Mientras su familia lo sigue defendiendo, la justicia cierra el cerco sobre él con pruebas determinantes. El juez Ríos resolverá el martes si lo procesa por el homicidio de la menor.
El juez Javier Ríos, que instruye la causa por el crimen de Ángeles Rawson, llamó a declaración indagatoria al único acusado, Jorge Mangeri. La audiencia será mañana ¿Repetirá entonces la versión que, entre sollozos, soltó ante otros presos, en el Complejo Penitenciario de Ezeiza? En aquella ocasión –según una fuente allí alojada–, su resumen de lo acontecido fue: "No la quise matar. Ese lunes yo hacía tareas de mantenimiento, cuando apareció la piba. En broma, la rocé con el escobillón. Ella empezó a insultarme. Y le di un empujón, con tan mala suerte que al caer al piso se mató". Luego, diría: "¡Me convertí en un monstruo!". Dicen que, también entre sollozos, el polémico portero vociferó esas mismas palabras durante la mañana del 20 de junio en el último box del locutorio aledaño al pabellón 1H –donde ahora convive con el incendiario baterista de Callejeros, Eduardo Vázquez, y el dirigente sindical José Pedraza, entre otros 20 internos–, mientras mantenía su primer encuentro con Miguel Ángel Pierri, Marcelo Biondi y otros dos abogados. Dicen que la respuesta del primero de ellos no fue menos audible: "¡No mientas! ¡Vos estás encubriendo a alguien!".
Atrincherado tras un enorme escritorio repleto de papeles, en su estudio de la calle Esmeralda al 500, Pierri no quiso confirmar aquel diálogo ante Tiempo Argentino, amparándose en el "secreto confesional".
–¿Es posible que el hecho ocurriera del modo presuntamente relatado por Mangeri en el pabellón?
–Creo que no. Mi hipótesis del crimen apunta sobre más de una persona. Un segundo actor. Al homicidio en sí se le suma el ocultamiento del cadáver. Una doble acción: la matamos y después la hacemos desaparecer.
–En ese caso, ¿cuál habría sido el rol de Mangeri?
–Tal vez tuvo un rol activo en el asesinato. O tal vez sólo encubre. Lo cierto es que el crimen fue súbito, tal vez imprevisto. No así el ocultamiento, dado que esa parte del hecho pone en evidencia una voluntad organizada.
–¿Qué impresión tiene de él?
–El tipo parece un santo. Ello, desde luego, manifiesta lo inexplicable, pero no su inocencia.
Pierri pronunció esa frase con los ojos clavados en un televisor; en el zócalo de la imagen se leía: "Encontraron ADN del portero en tres uñas de Ángeles". Corría la mañana del 28 de junio.
TRAVESÍA HACIA LA MUERTE. El foco de atención estaba depositado en el Palacio de Tribunales. En ese mismo instante, más de treinta cámaras en hilera apuntaban sobre el edificio de la calle Ravignani 2360, como preparadas para un fusilamiento. Pero del portón, nadie entraba ni salía. La escena parecía congelada. Allí, 18 días antes, había explotado esta historia.
A las 8:15 del 10 de junio, la señora María Elena Aduriz, quien se dirigía al volante de un Chevrolet Celta a su trabajo en la empresa de fumigación M&A, propiedad de su hermano Ramiro, llamó por teléfono a su casa para avisar que no había café. Atendió su hija, Ángeles. Nada hizo suponer que era la última vez que hablaría con ella.
Fue su marido, Sergio Opatowski, quien, minutos más tarde, salió del departamento, el primero de la planta baja, con el propósito de comprar esa infusión en el supermercado Día, situado a la vuelta del edificio. Luego regresaría para retirarse otra vez, ya que debía efectuar una diligencia en el centro. En ese momento, Ángeles aún desayunaba en la cocina. Al cruzar el hall, se topó con el portero. Y le preguntó si había visto al otro hijo de su esposa, Juan Cruz Rawson. La respuesta fue negativa. Y Mangeri siguió lustrando los bronces del portón.
Al rato, vio salir a Ángeles vestida con ropa de gimnasia. A ella se le cayó el morral en el hall; el portero lo levantó y, en son de broma, se la tironeó para que volviera a caerse. Mangeri –según diría en su declaración testimonial del 16 de junio– solía hacerle esas bromas a la ‘Mumi’. Ese lunes, al último que vio salir fue a Juan Cruz. El saludo entre ellos fue cordial.
Minutos después, llegaría la empleada doméstica Dominga Trinidad Torres. Sólo encontraría en el departamento a Axel, el hijo biológico de Sergio, quien dormía en su habitación. El portero la saludó con un leve cabeceo.
La cámara de seguridad –ubicada a más de una cuadra del edificio– registraría a las 8:47 la imagen de Ángeles caminando en dirección al campo de deportes del colegio. A las 10:05, esa misma cámara captó su regreso. Ese puñado de fotogramas constituye el último vestigio de su existencia.
A esa misma hora, María Elena se encontraba trabajando en San Isidro; su hijo, Juan Cruz –quien también trabajaba para la empresa del tío– entraba a una compañía ubicada en Las Heras y Ugarteche para efectuar un cobro. Sergio, tras concluir una diligencia en la calle Paraguay al 700, tomaba un café en la confitería Florida Garden. A su vez, Axel seguía durmiendo en su habitación. Y la señora Dominga preparaba el almuerzo.
En ese exacto momento, en algún lugar no precisado del edificio, Ángeles iniciaba su camino hacia la muerte. Y sin que nadie oyera su calvario.
A las 22: 30, mientras Juan Cruz salía de una clase en el CIC (Centro de Investigación Cinematográfica), recibió una llamada de su madre. Ella le preguntó si sabía algo de Ángeles, puesto que no aparecía. El joven, entonces, acudió con premura a su casa. Al llegar, encontró a María Elena en la puerta del edificio. La mujer no paraba de llorar. Su hijo salió en busca de la hermana por las calles del barrio, pero ya se sabe que sin éxito.
Para entonces, la señora Aduriz también había llamado a las amigas de Ángeles, a sus compañeras de colegio, a la Cultural Inglesa –en donde la adolescente debió concurrir en la noche de ese lunes– y, finalmente, a su ex esposo. El ingeniero Franklin Rawson, padre biológico de Ángeles, se mostró preocupado, pero cauto. "Antes de salir corriendo –le dijo a María Elena–, primero confirmá a ver si está en algún lado".
A la mañana siguiente, fue él quien hizo la denuncia por "averiguación de paradero" en la comisaría 31º.
En la mañana de ese martes, la madre, ya devastada por la desesperación, fue abordada en el hall por la esposa del portero, Diana Seattone. "Desde ayer que ‘Mumi’ no aparece", le dijo, entre lágrimas. Diana, entonces, la abrazó, mientras le susurraba al oído: "Tenés que tranquilizarte".
Es de dominio público que a la tarde, los restos de Ángeles fueron hallados en una cinta transportadora de residuos, en el predio de la CEAMSE situado en José León Suárez.
Al filo de la medianoche del 14 de junio, durante su declaración testimonial ante la fiscal María Paula Azaro, Juan Cruz Rawson dijo sobre el portero: "Jorge es un tipo muy macanudo con nosotros; se llevaba bien con mamá, con ‘Pato’ (por Opatowski) y con Ángeles".
Horas después, el portero Jorge se convertiría en el único detenido del caso.
EL HASHTAG DEL MAL. Transmitido en cadena, con cada paso de la investigación bajo la atenta mirada de las cámaras, el caso Ángeles ha llegado a opacar incluso la figura del mismísimo Jorge Lanata. Semejante cobertura televisiva, desde el 10 de junio hasta ayer, ocupó 594 horas tanto en canales de aire como en los de cable, lo que equivale a casi 25 días ininterrumpidos de transmisión en un solo canal, de acuerdo con un informe realizado por la Consultora Ejes. El reporte indica que tres canales, dos de cable y uno de aire, suman casi el 50 % de la cobertura del caso, y el nivel de atención desplegado por la TV relegó a un segundo plano otros temas importantes como el choque de trenes en Castelar o el fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la ley de reforma al Consejo de la Magistratura.
En el aspecto mediático, también hay un fenómeno cuantitativo digno de análisis: la conversión del periodismo, cuya misión es el relato de la historia, en parte de ésta. Actores, digamos, de reparto. Tal es el caso de la asombrosa denuncia originada en un columnista de TN, en base a la grabación de una denuncia telefónica de carácter apócrifa, la cual señalaba una supuesta pelea a gritos entre Ángeles y su madre, durante la mañana del crimen. Ya se sabe que esa poco imaginativa –pero eficaz– puesta en escena hizo que 26 vecinos del edificio de la calle Ravignani fueran arreados de modo compulsivo durante la madrugada del pasado jueves al despacho del juez Ríos para prestar declaración acerca de este asunto en particular.
El correlato social ante este crimen no es menos estremecedor. Al respecto, resulta notable que, con el correr de los días, la indignación inicial del espíritu público se haya diluido a favor de una curiosidad morbosa. La criminología barrial otra vez a la orden del día. Y con su contracara: la deshumanización de la víctima. Ángeles no sólo ha muerto sino que ni siquiera es recordada como una persona. Su espantosa muerte ya no causa horror. Ahora es, simplemente, un objeto de estudio para la mayoría silenciosa. En ese contexto no debe extrañar que la edición del 28 de junio del diario Muy, con las espantosas fotos de la adolescente destrozada, se haya convertido en un éxito de ventas.
Esta suma de singularidades también se extiende a la investigación misma. Lo que originalmente fue concebido como un crimen perfecto –una vida humana que se esfuma de la faz de la tierra– se malogró, en primer término, por el hallazgo fortuito del cuerpo ¿Ello tal vez haya desencadenado la sorprendente autoincriminación de Mangeri? ¿Quién lo sabe? Lo cierto es que, pese a los denodados esfuerzos de la fiscal y el juez de la causa, el expediente cuenta ahora con un sospechoso en firme. Con un hombre que persiste en silenciar su móvil. Y con un crimen del cual se ignora su escenario. Se está, en resumidas cuentas, frente a un esclarecimiento "de oficio". Pero con un testigo crucial: la propia Ángeles, quien desde algún lugar del Más Allá, apunta con sus dedos y uñas sobre la identidad de su asesino. Gajes del destino. «
Pierri: "no sé si Mangeri declarará mañana"
El abogado Miguel Ángel Pierri dijo ayer tras reunirse con Jorge Mangeri, único detenido por el homicidio de la adolescente Ángeles Rawson, que aún "no está claro si declarará mañana" ante el juez de instrucción de la causa y aseguró que cree en el portero "hoy más que nunca".
Pierri se entrevistó por casi tres horas con Mangeri en la Unidad Penitenciaria de Ezeiza, donde se encuentra alojado, y, según declaró a la prensa al salir, esperará resultados de estudios psicológicos "para ver su ánimo" y así definir si aceptará declarar ante el juez Javier Feliciano Ríos.
"Le mostré el estado actual de la causa. Mi defendido no está ajeno a la causa porque en el penal ve televisión. Lo que no sabemos es si él está apto psicológicamente para declarar el lunes, veremos", relató Pierri, y agregó: "Yo le creo a Mangeri, en absoluto hoy más que nunca." Además, manifestó que encontró a Mangeri "mejor de ánimo" respecto a la última vez que se reunieron: "Él está muy contenido por su familia, ya habiendo superado algunos miedos que tenía en la primera entrevista". (TA)
El juez Javier Ríos, que instruye la causa por el crimen de Ángeles Rawson, llamó a declaración indagatoria al único acusado, Jorge Mangeri. La audiencia será mañana ¿Repetirá entonces la versión que, entre sollozos, soltó ante otros presos, en el Complejo Penitenciario de Ezeiza? En aquella ocasión –según una fuente allí alojada–, su resumen de lo acontecido fue: "No la quise matar. Ese lunes yo hacía tareas de mantenimiento, cuando apareció la piba. En broma, la rocé con el escobillón. Ella empezó a insultarme. Y le di un empujón, con tan mala suerte que al caer al piso se mató". Luego, diría: "¡Me convertí en un monstruo!". Dicen que, también entre sollozos, el polémico portero vociferó esas mismas palabras durante la mañana del 20 de junio en el último box del locutorio aledaño al pabellón 1H –donde ahora convive con el incendiario baterista de Callejeros, Eduardo Vázquez, y el dirigente sindical José Pedraza, entre otros 20 internos–, mientras mantenía su primer encuentro con Miguel Ángel Pierri, Marcelo Biondi y otros dos abogados. Dicen que la respuesta del primero de ellos no fue menos audible: "¡No mientas! ¡Vos estás encubriendo a alguien!".
Atrincherado tras un enorme escritorio repleto de papeles, en su estudio de la calle Esmeralda al 500, Pierri no quiso confirmar aquel diálogo ante Tiempo Argentino, amparándose en el "secreto confesional".
–¿Es posible que el hecho ocurriera del modo presuntamente relatado por Mangeri en el pabellón?
–Creo que no. Mi hipótesis del crimen apunta sobre más de una persona. Un segundo actor. Al homicidio en sí se le suma el ocultamiento del cadáver. Una doble acción: la matamos y después la hacemos desaparecer.
–En ese caso, ¿cuál habría sido el rol de Mangeri?
–Tal vez tuvo un rol activo en el asesinato. O tal vez sólo encubre. Lo cierto es que el crimen fue súbito, tal vez imprevisto. No así el ocultamiento, dado que esa parte del hecho pone en evidencia una voluntad organizada.
–¿Qué impresión tiene de él?
–El tipo parece un santo. Ello, desde luego, manifiesta lo inexplicable, pero no su inocencia.
Pierri pronunció esa frase con los ojos clavados en un televisor; en el zócalo de la imagen se leía: "Encontraron ADN del portero en tres uñas de Ángeles". Corría la mañana del 28 de junio.
TRAVESÍA HACIA LA MUERTE. El foco de atención estaba depositado en el Palacio de Tribunales. En ese mismo instante, más de treinta cámaras en hilera apuntaban sobre el edificio de la calle Ravignani 2360, como preparadas para un fusilamiento. Pero del portón, nadie entraba ni salía. La escena parecía congelada. Allí, 18 días antes, había explotado esta historia.
A las 8:15 del 10 de junio, la señora María Elena Aduriz, quien se dirigía al volante de un Chevrolet Celta a su trabajo en la empresa de fumigación M&A, propiedad de su hermano Ramiro, llamó por teléfono a su casa para avisar que no había café. Atendió su hija, Ángeles. Nada hizo suponer que era la última vez que hablaría con ella.
Fue su marido, Sergio Opatowski, quien, minutos más tarde, salió del departamento, el primero de la planta baja, con el propósito de comprar esa infusión en el supermercado Día, situado a la vuelta del edificio. Luego regresaría para retirarse otra vez, ya que debía efectuar una diligencia en el centro. En ese momento, Ángeles aún desayunaba en la cocina. Al cruzar el hall, se topó con el portero. Y le preguntó si había visto al otro hijo de su esposa, Juan Cruz Rawson. La respuesta fue negativa. Y Mangeri siguió lustrando los bronces del portón.
Al rato, vio salir a Ángeles vestida con ropa de gimnasia. A ella se le cayó el morral en el hall; el portero lo levantó y, en son de broma, se la tironeó para que volviera a caerse. Mangeri –según diría en su declaración testimonial del 16 de junio– solía hacerle esas bromas a la ‘Mumi’. Ese lunes, al último que vio salir fue a Juan Cruz. El saludo entre ellos fue cordial.
Minutos después, llegaría la empleada doméstica Dominga Trinidad Torres. Sólo encontraría en el departamento a Axel, el hijo biológico de Sergio, quien dormía en su habitación. El portero la saludó con un leve cabeceo.
La cámara de seguridad –ubicada a más de una cuadra del edificio– registraría a las 8:47 la imagen de Ángeles caminando en dirección al campo de deportes del colegio. A las 10:05, esa misma cámara captó su regreso. Ese puñado de fotogramas constituye el último vestigio de su existencia.
A esa misma hora, María Elena se encontraba trabajando en San Isidro; su hijo, Juan Cruz –quien también trabajaba para la empresa del tío– entraba a una compañía ubicada en Las Heras y Ugarteche para efectuar un cobro. Sergio, tras concluir una diligencia en la calle Paraguay al 700, tomaba un café en la confitería Florida Garden. A su vez, Axel seguía durmiendo en su habitación. Y la señora Dominga preparaba el almuerzo.
En ese exacto momento, en algún lugar no precisado del edificio, Ángeles iniciaba su camino hacia la muerte. Y sin que nadie oyera su calvario.
A las 22: 30, mientras Juan Cruz salía de una clase en el CIC (Centro de Investigación Cinematográfica), recibió una llamada de su madre. Ella le preguntó si sabía algo de Ángeles, puesto que no aparecía. El joven, entonces, acudió con premura a su casa. Al llegar, encontró a María Elena en la puerta del edificio. La mujer no paraba de llorar. Su hijo salió en busca de la hermana por las calles del barrio, pero ya se sabe que sin éxito.
Para entonces, la señora Aduriz también había llamado a las amigas de Ángeles, a sus compañeras de colegio, a la Cultural Inglesa –en donde la adolescente debió concurrir en la noche de ese lunes– y, finalmente, a su ex esposo. El ingeniero Franklin Rawson, padre biológico de Ángeles, se mostró preocupado, pero cauto. "Antes de salir corriendo –le dijo a María Elena–, primero confirmá a ver si está en algún lado".
A la mañana siguiente, fue él quien hizo la denuncia por "averiguación de paradero" en la comisaría 31º.
En la mañana de ese martes, la madre, ya devastada por la desesperación, fue abordada en el hall por la esposa del portero, Diana Seattone. "Desde ayer que ‘Mumi’ no aparece", le dijo, entre lágrimas. Diana, entonces, la abrazó, mientras le susurraba al oído: "Tenés que tranquilizarte".
Es de dominio público que a la tarde, los restos de Ángeles fueron hallados en una cinta transportadora de residuos, en el predio de la CEAMSE situado en José León Suárez.
Al filo de la medianoche del 14 de junio, durante su declaración testimonial ante la fiscal María Paula Azaro, Juan Cruz Rawson dijo sobre el portero: "Jorge es un tipo muy macanudo con nosotros; se llevaba bien con mamá, con ‘Pato’ (por Opatowski) y con Ángeles".
Horas después, el portero Jorge se convertiría en el único detenido del caso.
EL HASHTAG DEL MAL. Transmitido en cadena, con cada paso de la investigación bajo la atenta mirada de las cámaras, el caso Ángeles ha llegado a opacar incluso la figura del mismísimo Jorge Lanata. Semejante cobertura televisiva, desde el 10 de junio hasta ayer, ocupó 594 horas tanto en canales de aire como en los de cable, lo que equivale a casi 25 días ininterrumpidos de transmisión en un solo canal, de acuerdo con un informe realizado por la Consultora Ejes. El reporte indica que tres canales, dos de cable y uno de aire, suman casi el 50 % de la cobertura del caso, y el nivel de atención desplegado por la TV relegó a un segundo plano otros temas importantes como el choque de trenes en Castelar o el fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la ley de reforma al Consejo de la Magistratura.
En el aspecto mediático, también hay un fenómeno cuantitativo digno de análisis: la conversión del periodismo, cuya misión es el relato de la historia, en parte de ésta. Actores, digamos, de reparto. Tal es el caso de la asombrosa denuncia originada en un columnista de TN, en base a la grabación de una denuncia telefónica de carácter apócrifa, la cual señalaba una supuesta pelea a gritos entre Ángeles y su madre, durante la mañana del crimen. Ya se sabe que esa poco imaginativa –pero eficaz– puesta en escena hizo que 26 vecinos del edificio de la calle Ravignani fueran arreados de modo compulsivo durante la madrugada del pasado jueves al despacho del juez Ríos para prestar declaración acerca de este asunto en particular.
El correlato social ante este crimen no es menos estremecedor. Al respecto, resulta notable que, con el correr de los días, la indignación inicial del espíritu público se haya diluido a favor de una curiosidad morbosa. La criminología barrial otra vez a la orden del día. Y con su contracara: la deshumanización de la víctima. Ángeles no sólo ha muerto sino que ni siquiera es recordada como una persona. Su espantosa muerte ya no causa horror. Ahora es, simplemente, un objeto de estudio para la mayoría silenciosa. En ese contexto no debe extrañar que la edición del 28 de junio del diario Muy, con las espantosas fotos de la adolescente destrozada, se haya convertido en un éxito de ventas.
Esta suma de singularidades también se extiende a la investigación misma. Lo que originalmente fue concebido como un crimen perfecto –una vida humana que se esfuma de la faz de la tierra– se malogró, en primer término, por el hallazgo fortuito del cuerpo ¿Ello tal vez haya desencadenado la sorprendente autoincriminación de Mangeri? ¿Quién lo sabe? Lo cierto es que, pese a los denodados esfuerzos de la fiscal y el juez de la causa, el expediente cuenta ahora con un sospechoso en firme. Con un hombre que persiste en silenciar su móvil. Y con un crimen del cual se ignora su escenario. Se está, en resumidas cuentas, frente a un esclarecimiento "de oficio". Pero con un testigo crucial: la propia Ángeles, quien desde algún lugar del Más Allá, apunta con sus dedos y uñas sobre la identidad de su asesino. Gajes del destino. «
Pierri: "no sé si Mangeri declarará mañana"
El abogado Miguel Ángel Pierri dijo ayer tras reunirse con Jorge Mangeri, único detenido por el homicidio de la adolescente Ángeles Rawson, que aún "no está claro si declarará mañana" ante el juez de instrucción de la causa y aseguró que cree en el portero "hoy más que nunca".
Pierri se entrevistó por casi tres horas con Mangeri en la Unidad Penitenciaria de Ezeiza, donde se encuentra alojado, y, según declaró a la prensa al salir, esperará resultados de estudios psicológicos "para ver su ánimo" y así definir si aceptará declarar ante el juez Javier Feliciano Ríos.
"Le mostré el estado actual de la causa. Mi defendido no está ajeno a la causa porque en el penal ve televisión. Lo que no sabemos es si él está apto psicológicamente para declarar el lunes, veremos", relató Pierri, y agregó: "Yo le creo a Mangeri, en absoluto hoy más que nunca." Además, manifestó que encontró a Mangeri "mejor de ánimo" respecto a la última vez que se reunieron: "Él está muy contenido por su familia, ya habiendo superado algunos miedos que tenía en la primera entrevista". (TA)
VALERIA LYNCH SIGUE HABLANDO DE MIGUEL HABUD
“Lo mío con Habud fue desagradable”
"Con Miguel estuve siete años. La pareja fue desagradable, no sentía algo por él. Lo conocí cuando yo todavía estaba con Héctor. Cuando rompimos él se fue de la casa que yo compré. Después hicimos un acuerdo y aceptó. Le di el 14% que le correspondía. Me doy cuenta que iba todo mal cuando descubrí las infidelidades. Habud celaba a mis hijos, nunca tuvo buena relación con ellos”, aseguró la intérprete, que aún mantiene con el actor un juicio por la casa que compraron juntos, cuando eran pareja, en San Isidro.
Entrevistada por Luis Ventura en Secretos Verdaderos, la cantante contó que heredó sus dones artísticos de su familia italiana y que su mamá siempre proyectó en ella la cantante que quiso ser.
Romay la descubrió a los 18 años cuando formaba parte de una banda, y conoció a Héctor Cavallero un tiempo después, cantando con la banda Mau Mau. El empresario primero se ofreció a representarla y luego se convirtió en su pareja por 20 años, aunque en ese momento estaba con Pata Villanueva. Con Cavallero tuvo a sus dos hijos.
“Él no había roto con Pata y se me declaró. Me quedé helada, no sabía qué hacer. Nunca me había detenido a verlo hasta ese momento. Me quedé perpleja. Estuve muchas horas sin dormir, hasta que un día me enamoré. Lo hablé con Pata después de muchos años. Es una mina fenómeno y lo entendió”, explicó.
Sobre los motivos de la ruptura, afirmó: “Fui infiel pero de muy chica. Me han sido infieles y han dejado muchos rastros. Para mí pasa eso cuando ya no hay amor. Con Héctor de eso no hablamos pero tenemos una buena relación. Él hizo de todo para reconquistarme. Cuando nos separamos la primera vez mi hijo mayor tenía 6 años. Me lo morfé y lo sufrí mucho. Sólo lo compartí con mi familia. Era muy buen mozo, seductor y mujeriego. La segunda vez fue buena y estuvimos del 85 al 95, allí nació mi segundo hijo”. (Exitoína)
"Con Miguel estuve siete años. La pareja fue desagradable, no sentía algo por él. Lo conocí cuando yo todavía estaba con Héctor. Cuando rompimos él se fue de la casa que yo compré. Después hicimos un acuerdo y aceptó. Le di el 14% que le correspondía. Me doy cuenta que iba todo mal cuando descubrí las infidelidades. Habud celaba a mis hijos, nunca tuvo buena relación con ellos”, aseguró la intérprete, que aún mantiene con el actor un juicio por la casa que compraron juntos, cuando eran pareja, en San Isidro.
Alguna vez fue así...
Entrevistada por Luis Ventura en Secretos Verdaderos, la cantante contó que heredó sus dones artísticos de su familia italiana y que su mamá siempre proyectó en ella la cantante que quiso ser.
Romay la descubrió a los 18 años cuando formaba parte de una banda, y conoció a Héctor Cavallero un tiempo después, cantando con la banda Mau Mau. El empresario primero se ofreció a representarla y luego se convirtió en su pareja por 20 años, aunque en ese momento estaba con Pata Villanueva. Con Cavallero tuvo a sus dos hijos.
“Él no había roto con Pata y se me declaró. Me quedé helada, no sabía qué hacer. Nunca me había detenido a verlo hasta ese momento. Me quedé perpleja. Estuve muchas horas sin dormir, hasta que un día me enamoré. Lo hablé con Pata después de muchos años. Es una mina fenómeno y lo entendió”, explicó.
Sobre los motivos de la ruptura, afirmó: “Fui infiel pero de muy chica. Me han sido infieles y han dejado muchos rastros. Para mí pasa eso cuando ya no hay amor. Con Héctor de eso no hablamos pero tenemos una buena relación. Él hizo de todo para reconquistarme. Cuando nos separamos la primera vez mi hijo mayor tenía 6 años. Me lo morfé y lo sufrí mucho. Sólo lo compartí con mi familia. Era muy buen mozo, seductor y mujeriego. La segunda vez fue buena y estuvimos del 85 al 95, allí nació mi segundo hijo”. (Exitoína)
TINELLI PREPARA UN ESPECIAL PARA DESPEDIR EL AÑO
Marcelo Tinelli no tendrá su ShowMatch este año, pero prepara un especial con humor y música para despedir el 2013. Según informa Clarín, el programa, sin fecha ni canal de salida aún definidos, podría ser la única aparición televisiva del conductor en este 2013.
Sin embargo, la productora Ideas del Sur sigue trabajando en varios productos nuevos, que verían la luz dentro de algunas semanas.
Uno de los más esperados es la versión local del concurso Killer Karaoke (que actualmente trasmite TruTV), en el que los participantes no deben dejar de cantar pase lo que pase mientras lo hacen.
Durante 90 segundos los concursantes tendrán que enfrentar sus miedos más profundos, como estar metido en una pecera gigante con reptiles o arañas, entre otras cosas. En el show original el conductor es Stephen Glover (Steve-O, uno de los de Jackass). En la versión local, José María Listorti estaría al frente del ciclo.
También muy adelantado está el proyecto de un docu-reality en el que tres mujeres mayores se largan a recorrer todo el país a bordo de un motorhome, mostrando todas las aventuras con las que se van cruzando en el camino. De esta suerte de Thelma y Louise ampliado, ya hay un piloto.
Por último, Ideas del Sur tiene en sus gateras un ciclo de cocina en el que se combinarían las recetas con invitados y música en vivo. Con varios nombres barajados, todavía no hay conductor/a definido.
Ninguno de estos proyectos tiene fecha de salida, aunque se habla de septiembre como un mes probable para que vean el aire. En qué canal es otro de los puntos que aún no se definen.
El único producto de Ideas del Sur que tiene pantalla actualmente es Soñando por Cantar (sábados a las 22, por El Trece), el concurso en el que un jurado formado por Valeria Lynch, Patricia Sosa, Alejandro Lerner y Oscar Mediavilla recorren el país buscando y descubriendo talentos vocales anónimos. (Exitoìna)
Imagen de un Tinelli color de rosa...
Sin embargo, la productora Ideas del Sur sigue trabajando en varios productos nuevos, que verían la luz dentro de algunas semanas.
Uno de los más esperados es la versión local del concurso Killer Karaoke (que actualmente trasmite TruTV), en el que los participantes no deben dejar de cantar pase lo que pase mientras lo hacen.
Durante 90 segundos los concursantes tendrán que enfrentar sus miedos más profundos, como estar metido en una pecera gigante con reptiles o arañas, entre otras cosas. En el show original el conductor es Stephen Glover (Steve-O, uno de los de Jackass). En la versión local, José María Listorti estaría al frente del ciclo.
También muy adelantado está el proyecto de un docu-reality en el que tres mujeres mayores se largan a recorrer todo el país a bordo de un motorhome, mostrando todas las aventuras con las que se van cruzando en el camino. De esta suerte de Thelma y Louise ampliado, ya hay un piloto.
Por último, Ideas del Sur tiene en sus gateras un ciclo de cocina en el que se combinarían las recetas con invitados y música en vivo. Con varios nombres barajados, todavía no hay conductor/a definido.
Ninguno de estos proyectos tiene fecha de salida, aunque se habla de septiembre como un mes probable para que vean el aire. En qué canal es otro de los puntos que aún no se definen.
El único producto de Ideas del Sur que tiene pantalla actualmente es Soñando por Cantar (sábados a las 22, por El Trece), el concurso en el que un jurado formado por Valeria Lynch, Patricia Sosa, Alejandro Lerner y Oscar Mediavilla recorren el país buscando y descubriendo talentos vocales anónimos. (Exitoìna)
CASO ÁNGELES: HABLÓ PIERRI LUEGO DE VER A MANGERI EN EL PENAL DE EZEIZA. VIDEO
Deja entrever algunas cosas. Prestar atención al final del video... ¿Se entiende lo que quiso decir?
MIRIAM QUIROGA: ANTICIPO DEL LIBRO DE LA EXSECRETARIA DE KIRCHNER QUE VIVE CON MIEDO (II). IMÁGENES
"Rumores. Si afirmo ahora que fui la amante de un hombre casado cuya viuda es hoy la presidenta de la Nación, le hago un flaco favor a la causa nacional y popular en la que siempre creí".
"Cuando me despidió, Parrilli me dijo: 'No rompas, Negra.Ya no sos la Evita de Kirchner. Acá no podés seguir. Buscate algo en el PAMI por ejemplo'".
"Julio de Vido le ordenó a su jefe de prensa que armara una reunión fuera del Ministerio. El jefe de prensa tomó mis datos. Nunca más me atendió".
"A Aníbal Fernández ni lo llamé. Una vez, en un acto, me palpó la nalga. 'Dale, Negra, no me echés flit, no te enojes', me dijo".
"Rudy Ulloa jamás me llamó para saber cómo estaba. Cuando se lo recriminaba, me decía: 'Después te llamo'. No lo hizo nunca".
"Tengo miedo. Por mí y por mi familia. Por lo que nos pueda pasar. me ofrecen el programa de testigo protegida, un destierro en mi propia patria".
Fuente: Perfil
"Cuando me despidió, Parrilli me dijo: 'No rompas, Negra.Ya no sos la Evita de Kirchner. Acá no podés seguir. Buscate algo en el PAMI por ejemplo'".
"Julio de Vido le ordenó a su jefe de prensa que armara una reunión fuera del Ministerio. El jefe de prensa tomó mis datos. Nunca más me atendió".
"A Aníbal Fernández ni lo llamé. Una vez, en un acto, me palpó la nalga. 'Dale, Negra, no me echés flit, no te enojes', me dijo".
"Rudy Ulloa jamás me llamó para saber cómo estaba. Cuando se lo recriminaba, me decía: 'Después te llamo'. No lo hizo nunca".
"Tengo miedo. Por mí y por mi familia. Por lo que nos pueda pasar. me ofrecen el programa de testigo protegida, un destierro en mi propia patria".
Fuente: Perfil
MIRIAM QUIROGA: ANTICIPO DEL LIBRO DE LA EXSECRETARIA DE KIRCHNER QUE VIVE CON MIEDO (I)
Cómo será "Mis años con Néstor"
Describe el detrás de la escena, con historias sobre bolsos con dinero, negocios con bonos oficiales y hasta lingotes de oro.
Tengo miedo. Por mí y por mi familia. Por lo que nos pueda pasar.Necesito repasar los hechos de mi vida para saber cómo llegué a esta situación. Siempre fui una militante de base, peronista y católica, preocupada por la cuestión social.
Tengo miedo. El viernes 17 de mayo recibí una visita. Luego de contarle a Lanata en Periodismo para todosalgo de lo que vi durante los años que trabajé en la secretaría privada de Néstor, y después de haber testificado durante más de cuatro horas ante María Julia Sosa, la secretaria del juez Julián Ercolini, me visitó Darío Díaz. El creador y director del programa de protección a testigos quiso persuadirme de la conveniencia de ingresar a ese programa, dado que, según su evaluación y la de otros colegas, yo debía resguardar mi integridad y la de mi familia.
Si yo aceptara esa propuesta, si pasara a ser una testigo protegida del programa, sería extraída de la “zona de riesgo”, llevada a un destino geográfico desconocido para mí y para mi familia, donde nadie nos conociera, y nuestros nombres y apellidos desaparecerían, cambiados por otros.
Un destierro en mi propia patria, que es lo que sentí, en el fondo, luego de que fui echada de mis tareas en Casa de Gobierno y condenada a un ostracismo que está lejos de concluir, en el que muchos de mis compañeros de militancia de años fingen no haberme conocido, y tienen miedo hasta de nombrarme, y muchos poderosos de hoy, que yo vi nacer y crecer económicamente al amparo del ex presidente, me huyen como si transmitiera la peste.
Tengo miedo. Hoy, hasta que tome esa decisión, por sí o por no, estoy custodiada por la Policía Metropolitana. Qué paradoja, que una kirchnerista de paladar negro sea custodiada por una fuerza creada por el PRO. Pero vivimos en la Argentina…
Cuando vino a verme, Darío Díaz fue muy amable y correcto, me dio la mano firme. En mi estado de hipersensibilidad no pude descubrir si ese apretón era sincero o una especie de subrayado que el hombre imprimía a su gesto para que yo confiara en él.
¿Puedo confiar en alguien? No lo sé. Mi experiencia me indica que no. El único hombre de la política en quien confié siempre está muerto. Y tal vez ahí empieza toda mi desgracia.
¿Puedo confiar en un funcionario que es parte del gobierno que me destrató y al que temo? Díaz me dice que su programa depende del Ministerio de Justicia, pero que no informa a éste. Me dice también que el Tribunal Internacional de La Haya destacó a su programa, estimándolo superior a los de Colombia y los Estados Unidos.
Pienso, me desvelo, me angustio. Lo único que sé es que los hombres que me custodian son voluntarios, no han sido designados: eligieron cuidarme. La única orden que ellos recibieron fue la de protegerme. Darío Díaz me asegura que, si me acojo al programa, voy a estar contenida por profesionales psicológicos –ya que un desarraigo de estas características cuesta mucho–, con casa, trabajo, la posibilidad de sanear deudas. No sé si es la cola del diablo que me tienta en el punto de mi necesidad, o la mano de Dios que me ofrece la salvación.
Yo sé que mucha gente va a comprar este libro buscando una respuesta a un misterio menor, un chisme: si fui o no fui amante de Néstor Kirchner durante los años de mi trabajo como su secretaria privada. Nunca es posible satisfacer la curiosidad ajena.
En mi modesto caso, una respuesta afirmativa o negativa no tendría la menor relevancia en los asuntos de Estado. Sí, en cambio, debo señalar que si afirmo ahora que fui la amante de un hombre casado cuya viuda es hoy presidenta de la Nación, le hago un flaco favor a la causa nacional y popular en la que siempre creí, y dejo que algunos de los lectores de este libro crean que mi testimonio se debe a un asunto minúsculo, al resentimiento y el despecho.
Y si niego haberlo sido, me pongo contra la corriente general de los que necesitan la respuesta que ellos esperan para seguir alimentando las fantasías más afiebradas. La secretaria y su jefe, el escritorio, el secretito, la clandestinidad, los encuentros a escondidas, las promesas de amor nunca cumplidas, etcétera, etcétera. Por lo tanto, que cada cual piense lo que quiera. La verdad sólo la sabemos a ciencia cierta Dios, Néstor, Cristina y yo.
Sí puedo decir esto, que Néstor me dijo más de una vez: “Cristina y yo te tenemos un profundo afecto. Confiamos en vos. Ella te respeta mucho. Si no, no estarías a mi lado”. Ese malentendido sobre mi rol comienza hace mucho tiempo, en Buenos Aires, cuando yo acompañaba en los actos al presidente. De lejos, mucha gente me gritaba:
—¡Cristina, Cristina!
O me decían:
—¡Cuidalo, cuidalo!
Y yo, sonriendo, tenía que contestarles rápidamente que no era Cristina, que ni siquiera me parecía a ella: que sólo era la secretaria del presidente. Pero tengo que volver a mis miedos, a la causa de mis problemas actuales.
Cuando Cristina decidió que la Casa Rosada tenía que volverse una especie de palacio, Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia, alcanzó su momento de gloria. Según él, ella quería trasladar el área de administración a espacios externos y cercanos.
Era una tarea nada fácil, porque implicaba el movimiento de mucha documentación, lo que suponía incluso cuestiones legales. Uno de los primeros blancos de su traslado fue mi área, Documentación Presidencial. Sobreactuando amabilidad, su segundo, Flavio, me llevó a recorrer lo que serían las futuras oficinas, ubicadas encima de la cochera presidencial, situada a unas cuadras de la Rosada, y que en ese momento estaban en plena refacción.
Flavio me mostraba las bondades del lugar, me prometía que ganaría en amplitud y luminosidad, y que, a diferencia de lo que ocurría en el presente, todos los integrantes de mi área estarían trabajando en el mismo ámbito.
Cortésmente, acepté las ventajas edilicias y lumínicas del posible nuevo destino, pero expliqué que operativamente tal cosa no era factible: primero, teníamos que estar cerca de la Presidenta, porque cumplíamos muchas funciones; segundo, la documentación que salía de nuestra área, antes de ingresar a Documentación Presidencial, debía pasar por Secretaría Legal y Técnica, para luego retornar a nuestra área… Y nada de todo eso estaba reglamentado.
En fin. Más allá de las sonrisas mutuas, me negué al traslado y aún hoy Documentación Presidencial sigue donde estaba. Fue mi última batalla ganada. El 5 de enero de 2011, desde la secretaría de Oscar Parrilli le avisaron a una de mis secretarias que me presentara en su despacho.
Yo ya me imaginaba lo que iba a ocurrir. Días antes me había cruzado con Cristina y su secretario general en un acto en la Casa de Gobierno, y cuando saludé a la presidenta sentí que su respuesta era de una frialdad de hielo patagónico. Ella ya venía rehuyendo mis pedidos de audiencia, no sé por qué. Yo quería solicitarle un traslado, cambiar de aire, ocupar otra función en un nuevo destino. Pero Cristina no me recibía. Así que el llamado de Parrilli iba en la dirección de mis sospechas.
Pensé en Néstor y me sentí más sola que nunca. Entré a su despacho y él me invitó a sentarme.
Anticipando lo que se venía, le dije:
—No, está bien, me quedo parada. ¿Qué pasa?
El trató de aflojarme:
—Bueno, bueno, no te pongas así, Miriam. Sentate.
—¿Por qué? ¿Tenés miedo de que me caiga?
—Dale, sentate.
Accedí, y él me informó:
—La Presidenta me dijo que te pida la renuncia.
—¿La pedís vos o la pide ella?
—No, ella.
Lo miré a la cara y me pareció un cobarde. Desde mi bronca le dije:
—Sos una basura, te diste el gusto, me dejan en la calle.
—Siempre me decís lo mismo, me acusás a mí. Algo te habías olfateado y anduviste desparramando por los pasillos de Gobierno que yo te quería rajar –me contestó–. Pero yo cumplo órdenes. Ella ya tiene la persona que te va a reemplazar. Quiere gente joven.
—¿Tan vieja estoy?
Se rió.
—¿Por qué me echan, Oscar?
—Yo no te debo ninguna explicación a vos –me contestó–. Pero si querés saberlo, Cristina conoció a una chica que le cayó bien y la quiere en ese puesto.
—¿Quién es la nueva?
—Mariana Larroque.
—¡Ah, la hermana del Cuervo!
—Sí. Ahorrémonos sufrimientos y entregame tu renuncia ya.
—Qué fea tu actitud, Oscar. ¿Te das cuenta de que me están dejando en la calle?
—Vos tenés contactos, Miriam. Buscate algo en otro lado.
—Mirá, Oscar, decime la verdad. ¿Por qué me echan?
—Si no lo sabés vos…
—Si es por ese chisme viejo de que soy la amante de Kirchner, te recuerdo que esa boludez ya la decían en nuestra prehistoria. “La Mónica Lewinsky de Santa Cruz.” Así que si me echan ahora por esa pelotudez antigua es porque vos le calentaste la cabeza.
—¿Vos creés que Cristina es influenciable? Dale, Miriam, no jodas o te hago echar por mal desempeño en las funciones.
—¿Qué? ¿Por entregar mal una carta? No jodas vos. Quiero hablar con Cristina.
—No rompas, Negra. Ya no sos la Evita de Kirchner.
Acá no podés seguir.
—¿Pero adónde quieren que me vaya?
—No sé, buscate algo en el PAMI, por ejemplo.
—Ah. ¿Y qué voy a hacer ahí?
—Bueno, fijate… Tampoco pretenderás ser jefa de área.
—Dame una audiencia con ella.
—No necesitás una audiencia, si vos entrás cuando querés. Andá a verla.
Fui a la antesala del despacho presidencial y pedí hablar con Cristina. Me agendaron y me quedé esperando cerca de una hora. En un momento, por una puerta lateral del despacho, sale uno de sus jóvenes y flamantes secretarios, Pablo Barreiro, el hijo del cuidador y jardinero (y ahora empresario) de la residencia de El Calafate, y me llamó. Fuimos al que antes había sido el despacho de Daniel Muñoz, y me pidió que me sentara. Estaba muy nervioso.
—Miriam –me dice–, la Presidenta me pidió que te diga que te manejes con el doctor Parrilli, que tiene todas las instrucciones.
—Ya hablé con Parrilli. ¿No me va a recibir? ¿No me quiere recibir?
—No.
Así que dejé el despacho, fui a mi oficina y redacté mi renuncia. Después de despedirme de mis colaboradores más cercanos, salí, y en el pasillo me estaba esperando una de mis tantas colaboradoras directas, que actuaba de correveidile de Parrilli. Con cara falsamente compungida me dijo:
—Ay, Miriam, te lo tengo que decir…
—¿Qué?
—Se dice por acá que tu hija menor, María Paz, es hija de Néstor…
—¿Qué? –me quedé atónita.
La hipócrita siguió:
—Es muy probable que haya llegado esa versión a oídos de la Presidenta… Por eso te pidieron la renuncia…
—¿Sabés qué? Que le hagan el ADN a mi hija y que le vayan a pedir disculpas al padre…
Me fui de la Casa de Gobierno después de recoger mis cosas. Algunos me saludaron y lloraban. Otros me ignoraron.
Hubo gente que después me siguió llamando. Alguno que otro intentó ayudarme hasta con dinero para afrontar algunas deudas, pero siempre bajo una consigna: que no se entere Cristina.
De casi doscientos llamados que recibía por día, a partir de entonces sólo querían hablar conmigo mis familiares y algunos amigos a los que no les importaba la consecuencia de dialogar con alguien a quien Cristina no apreciaba. Nadie me quería dar trabajo. Encima, como si fuera una broma siniestra, había rumores de que yo pretendía parte del legado de Néstor o que tenía cuentas en Suiza. Yo me reía: “Díganme el número”.
La llamé a Alicia, la hermana de Néstor, con quien hablábamos habitualmente cuando necesitábamos algo de la Presidencia porque el presidente lo pedía.
—Alicia te pide –me dijo su secretaria– que por favor no la llames más porque la comprometés.
Aunque dolorosa, la respuesta de la ministra de Desarrollo Social era previsible. Siendo mayor que el hermano, era su soldado más fiel y obediente. Muerto Néstor, todo el mundo esperaba que afloraran las diferencias familiares y políticas que, desde la época de Santa Cruz, distanciaban a la hermana de la esposa.
Sin embargo, esta vez Alicia se subordinó a la Presidenta y tampoco me atendió. A Aníbal Fernández ni lo llamé. Para quien no conozca ciertos detalles, resulta raro que no haya intentado comunicarme con el ministro del Interior, que tantos resortes podía tocar para auxiliarme. Pero el autor del Manual de zonceras argentinas sabe ejercitarse en el asunto que trata su libro. Una vez, una tarde de frío, al término de un acto en el Conurbano, donde estábamos junto al presidente y toda la comitiva, Néstor se precipitó a saludar a los asistentes, como hacía habitualmente.
Del otro lado de las vallas, el pueblo luchaba por acercarse. De nuestro lado había funcionarios, militantes, prensa, custodios y miembros de Documentación Presidencial. Néstor, como una estrella de rock, iba hacia el público y el público iba hacia él.
Más apretada que en el 60 con destino a Constitución en hora pico, yo estiraba las manos para recibir las cartas de la gente que se estiraba del otro lado o las iba pasando de mano en mano. En medio de ese fervor, de pronto siento que sobre mi nalga izquierda se posa una zurda confianzuda, abierta, que se apoya, palpa y levanta el cachete, como evaluando el peso. Casi no podía girar, pero lo conseguí y furiosa le dije:
—¿Qué hacés?
El bigotudo me miró con su mirada pícara y sonriente.
—Fue sin querer… Miriam.
—Pero la puta… ¡Qué va a ser sin querer!
—Dale, Negra, no me echés flit… No te enojés…
Lo fulminé con la mirada, di otra media vuelta sabiendo que no se iba a animar a más, y pensé:“Por qué no le vas a tocar el culo a Jauretche”. Me corrí y seguí juntando las cartas.
Por su parte, Alberto Fernández –que había dejado de ser funcionario– me atendió recién después de algunos meses en que insistí en verlo. Necesitaba pagar la escuela de mi hija y le hacía propuestas laborales, y él, sin prometerme nada, ofreció tocar a algunos contactos. Lo cierto es que tampoco él había quedado bien parado económicamente tras su salida de la Casa Rosada, y su secretaria me dijo después que a veces ella iba a trabajar a la oficina para colaborar con él pero sin cobrar.
Rudy Ulloa, quien se decía el mejor amigo de Néstor –quizá porque a su sombra adquirió una solvencia que ahora le permite declarar, como un divo, que le envidian el éxito–, jamás me llamó para saber cómo estaba. Yo lo llamaba y llamaba para pedirle una mano y no me atendía. Quizá porque se pasaba las horas en una habitación insonorizada en el edificio que, dicen, les compró a los herederos de Yabrán.
Pero… eso debe ser una difamación. Me esquivó permanentemente. Tenía mi teléfono registrado. Y cuando lo llamaba desde un locutorio y él atendía sin saber de quién se trataba, se lo recriminaba:
—¿Pero qué pasa, Rudy? ¿No me podés ayudar? Vos sabés en qué situación estoy… Necesito trabajo…Es una cuestión de humanidad…
—No, Negra, yo te llamo…
—No me digas eso porque nunca lo hacés.
—No, te voy a llamar, dame tiempo.
—¿Para qué querés que te dé tiempo? Me echaron y tengo que pagar el alquiler y darles de comer a mis hijos.
—Disculpame, estoy corriendo, tengo que ir a Olivos, que me llamó la bruja y no sé qué quiere. Después te llamo.
Nunca lo hizo.
También recurrí al ministro de Planificación. Lo llamé muchas veces y no podía atenderme. Dejaba mensajes en su secretaría privada, donde tomaban el recado y decían que se lo transmitirían. O quizá no escuchaba mis llamados porque estaba sumergido en el canto de la colección de pájaros exóticos que cría en su mansión del country Puerto Pirán, en Zárate. Finalmente, conseguí hablar con su secretario, José María Olazagasti, quien se ocupó de darme excusas verosímiles, hasta que dejó de atenderme.
A través de un amigo, recurrí entonces a otro colaborador de De Vido, que me facilitó la posibilidad de un encuentro, invitándome a que asistiera a un programa en la televisión pública. Desde ya, no como participante.
Entré junto con los que van a ver el programa dispuestos a aplaudir. Nadie reparó en mí cuando entré al estudio, salvo cuando ingresó el ministro con sus colaboradores, quienes quedaron ubicados a mi lado. Julio no me vio. El conductor, los panelistas y el entrevistado hablaron de gas, de energía, y de lo bien que estaba el país. Cuando terminó la entrevista en 6-7-8, me acerqué a De Vido, quien me saludó afectuosamente:
—Hola, nena, ¿cómo estás?
—Más o menos, necesito hablar con vos, por trabajo.
El me frenó:
—Acá no hablemos –me dijo, y dirigiéndose a su jefe de prensa le ordenó que armara una reunión fuera del ministerio. El jefe de prensa tomó mis datos y me dio los suyos. A partir de ese momento llamé y llamé, sólo una vez respondió, no me dio la cita convenida y nunca más me atendió.
Esta situación empezó a afectar mi salud. Tenía que poner el cuerpo para protegerme y proteger a mi familia. Por supuesto, quería preservar a mis hijos de amenazas y riesgos. Ya bastante tenían con la angustiosa situación económica en la que estábamos viviendo como para, encima, tener que cargar con el miedo que sentía. Mi presión se disparó a las nubes, me volví asmática. Me aparecieron problemas en las articulaciones. Me dolía el cuerpo tanto como el corazón.
Sin trabajo, sin obra social, recurrí al área a la que, cuando trabajaba en Casa de Gobierno, derivaba más correspondencia con pedidos de auxilio: la Dirección de Asistencia Crítica, a cargo del compañero karateca, militar y médico Sergio Berni, quien más de una vez había solicitado mi intercesión para que el presidente lo atendiera. A él le rogué que me ayudara con los medicamentos, algo que hubiera podido resolver perfectamente sin faltar a sus atribuciones.
—No, me comprometés… Ahora no te puedo atender… Sabés cómo está la situación ahora con vos… –su tono, a través del teléfono, sonaba menos valiente que el de sus apariciones públicas.
—Pero, Sergio… Son medicamentos… Hoy no los puedo comprar. Si no conviene que yo vaya por ahí, mando a alguien que los busque.
—No, Miriam… no puedo –y me cortó sin despedirse.
Hay gente que sí me ayudó, y que me abstengo de nombrar para no comprometerla.
Todos los días llevaba a mi hija al colegio y después me arreglaba para salir a trabajar… Mi trabajo era buscar trabajo. Mientras, mis ahorros desaparecían y mis deudas crecían. Hoy, mucha gente dice que yo hablo, o hablé, por despecho. En un periódico de circulación nacional salió un comentario que me hirió mucho: decían que me consideraba con derechos adquiridos a pedir ayuda.
Ese comentario malicioso es cierto y falso a la vez. No me considero con más o menos derechos que cualquier argentino a pedir asistencia del Estado en caso de necesidad. “Donde existe una necesidad, nace un derecho”, dijo Evita.
Cuando trabajé en la función pública, consideré mi deber auxiliar al desamparado sin mirar el color político de quien solicitaba asistencia. Hoy soy yo la que está del otro lado del mostrador de Balcarce 78, la mesa de entrada donde atendíamos y recibíamos los pedidos de ayuda.
Al mes de que me echaron de Casa de Gobierno tuve la mala suerte de que la revista Noticias me pusiera como nota de tapa.Poca gracia me causó ver el título: “La otra viuda de Kirchner”.
Lo que ocurrió es que comenzaron las amenazas telefónicas. A cualquier hora. Sonaba el teléfono, yo levantaba el tubo y una voz siempre distinta me decía cosas como “Te vamos a cepillar”, o “Sos una traidora “, o “Vas a aparecer en una zanja”. También me hacían llegar mensajes de contenido mafioso a través de los pocos compañeros que seguían ligados a mí.
Provenían de ex espías de la SIDE, muchachos de base, más fanáticos que discriminadores, etcétera. Los mensajes eran siempre los mismos: que me cuidara, que me iban a limpiar… Sabiendo dónde se podía cortar esto, llamé a Héctor Icazuriaga –jefe de la SIDE–, a Carlos Zannini –secretario de Legal y Técnica–, tratando de llegar a Cristina y de explicarle cómo había sucedido todo.
Nunca me atendieron.
Intenté salir en otros medios para decir mi verdad. Curiosamente, nadie me quiso recibir.
Entretanto, comienzo a ver vehículos y gente de la SIDE en la puerta del edificio donde vivía. En octubre de 2011 me reencuentro con un periodista de Caleta al que conocía desde la infancia:Eduardo “Lalo” Zanini (ninguna relación con el funcionario). El me convenció de la necesidad de escribir un libro contando mi historia y lo que viví durante mis años junto a Néstor.
A partir de entonces, me acompañó todo el tiempo, y fue él quien me propuso que fuera al programa de Lanata. Allí, mi rostro volvió a la figuración pública, y supe que tenía que contar lo que había vivido.
Dije algo de eso en Periodismo para todos, y a partir de entonces, aunque sané mis dolencias físicas, volví a tener miedo. (Perfil)
Describe el detrás de la escena, con historias sobre bolsos con dinero, negocios con bonos oficiales y hasta lingotes de oro.
Tengo miedo. Por mí y por mi familia. Por lo que nos pueda pasar.Necesito repasar los hechos de mi vida para saber cómo llegué a esta situación. Siempre fui una militante de base, peronista y católica, preocupada por la cuestión social.
Tengo miedo. El viernes 17 de mayo recibí una visita. Luego de contarle a Lanata en Periodismo para todosalgo de lo que vi durante los años que trabajé en la secretaría privada de Néstor, y después de haber testificado durante más de cuatro horas ante María Julia Sosa, la secretaria del juez Julián Ercolini, me visitó Darío Díaz. El creador y director del programa de protección a testigos quiso persuadirme de la conveniencia de ingresar a ese programa, dado que, según su evaluación y la de otros colegas, yo debía resguardar mi integridad y la de mi familia.
Si yo aceptara esa propuesta, si pasara a ser una testigo protegida del programa, sería extraída de la “zona de riesgo”, llevada a un destino geográfico desconocido para mí y para mi familia, donde nadie nos conociera, y nuestros nombres y apellidos desaparecerían, cambiados por otros.
Un destierro en mi propia patria, que es lo que sentí, en el fondo, luego de que fui echada de mis tareas en Casa de Gobierno y condenada a un ostracismo que está lejos de concluir, en el que muchos de mis compañeros de militancia de años fingen no haberme conocido, y tienen miedo hasta de nombrarme, y muchos poderosos de hoy, que yo vi nacer y crecer económicamente al amparo del ex presidente, me huyen como si transmitiera la peste.
Tengo miedo. Hoy, hasta que tome esa decisión, por sí o por no, estoy custodiada por la Policía Metropolitana. Qué paradoja, que una kirchnerista de paladar negro sea custodiada por una fuerza creada por el PRO. Pero vivimos en la Argentina…
Cuando vino a verme, Darío Díaz fue muy amable y correcto, me dio la mano firme. En mi estado de hipersensibilidad no pude descubrir si ese apretón era sincero o una especie de subrayado que el hombre imprimía a su gesto para que yo confiara en él.
¿Puedo confiar en alguien? No lo sé. Mi experiencia me indica que no. El único hombre de la política en quien confié siempre está muerto. Y tal vez ahí empieza toda mi desgracia.
¿Puedo confiar en un funcionario que es parte del gobierno que me destrató y al que temo? Díaz me dice que su programa depende del Ministerio de Justicia, pero que no informa a éste. Me dice también que el Tribunal Internacional de La Haya destacó a su programa, estimándolo superior a los de Colombia y los Estados Unidos.
Pienso, me desvelo, me angustio. Lo único que sé es que los hombres que me custodian son voluntarios, no han sido designados: eligieron cuidarme. La única orden que ellos recibieron fue la de protegerme. Darío Díaz me asegura que, si me acojo al programa, voy a estar contenida por profesionales psicológicos –ya que un desarraigo de estas características cuesta mucho–, con casa, trabajo, la posibilidad de sanear deudas. No sé si es la cola del diablo que me tienta en el punto de mi necesidad, o la mano de Dios que me ofrece la salvación.
Yo sé que mucha gente va a comprar este libro buscando una respuesta a un misterio menor, un chisme: si fui o no fui amante de Néstor Kirchner durante los años de mi trabajo como su secretaria privada. Nunca es posible satisfacer la curiosidad ajena.
En mi modesto caso, una respuesta afirmativa o negativa no tendría la menor relevancia en los asuntos de Estado. Sí, en cambio, debo señalar que si afirmo ahora que fui la amante de un hombre casado cuya viuda es hoy presidenta de la Nación, le hago un flaco favor a la causa nacional y popular en la que siempre creí, y dejo que algunos de los lectores de este libro crean que mi testimonio se debe a un asunto minúsculo, al resentimiento y el despecho.
Y si niego haberlo sido, me pongo contra la corriente general de los que necesitan la respuesta que ellos esperan para seguir alimentando las fantasías más afiebradas. La secretaria y su jefe, el escritorio, el secretito, la clandestinidad, los encuentros a escondidas, las promesas de amor nunca cumplidas, etcétera, etcétera. Por lo tanto, que cada cual piense lo que quiera. La verdad sólo la sabemos a ciencia cierta Dios, Néstor, Cristina y yo.
Sí puedo decir esto, que Néstor me dijo más de una vez: “Cristina y yo te tenemos un profundo afecto. Confiamos en vos. Ella te respeta mucho. Si no, no estarías a mi lado”. Ese malentendido sobre mi rol comienza hace mucho tiempo, en Buenos Aires, cuando yo acompañaba en los actos al presidente. De lejos, mucha gente me gritaba:
—¡Cristina, Cristina!
O me decían:
—¡Cuidalo, cuidalo!
Y yo, sonriendo, tenía que contestarles rápidamente que no era Cristina, que ni siquiera me parecía a ella: que sólo era la secretaria del presidente. Pero tengo que volver a mis miedos, a la causa de mis problemas actuales.
Cuando Cristina decidió que la Casa Rosada tenía que volverse una especie de palacio, Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia, alcanzó su momento de gloria. Según él, ella quería trasladar el área de administración a espacios externos y cercanos.
Era una tarea nada fácil, porque implicaba el movimiento de mucha documentación, lo que suponía incluso cuestiones legales. Uno de los primeros blancos de su traslado fue mi área, Documentación Presidencial. Sobreactuando amabilidad, su segundo, Flavio, me llevó a recorrer lo que serían las futuras oficinas, ubicadas encima de la cochera presidencial, situada a unas cuadras de la Rosada, y que en ese momento estaban en plena refacción.
Flavio me mostraba las bondades del lugar, me prometía que ganaría en amplitud y luminosidad, y que, a diferencia de lo que ocurría en el presente, todos los integrantes de mi área estarían trabajando en el mismo ámbito.
Cortésmente, acepté las ventajas edilicias y lumínicas del posible nuevo destino, pero expliqué que operativamente tal cosa no era factible: primero, teníamos que estar cerca de la Presidenta, porque cumplíamos muchas funciones; segundo, la documentación que salía de nuestra área, antes de ingresar a Documentación Presidencial, debía pasar por Secretaría Legal y Técnica, para luego retornar a nuestra área… Y nada de todo eso estaba reglamentado.
En fin. Más allá de las sonrisas mutuas, me negué al traslado y aún hoy Documentación Presidencial sigue donde estaba. Fue mi última batalla ganada. El 5 de enero de 2011, desde la secretaría de Oscar Parrilli le avisaron a una de mis secretarias que me presentara en su despacho.
Yo ya me imaginaba lo que iba a ocurrir. Días antes me había cruzado con Cristina y su secretario general en un acto en la Casa de Gobierno, y cuando saludé a la presidenta sentí que su respuesta era de una frialdad de hielo patagónico. Ella ya venía rehuyendo mis pedidos de audiencia, no sé por qué. Yo quería solicitarle un traslado, cambiar de aire, ocupar otra función en un nuevo destino. Pero Cristina no me recibía. Así que el llamado de Parrilli iba en la dirección de mis sospechas.
Pensé en Néstor y me sentí más sola que nunca. Entré a su despacho y él me invitó a sentarme.
Anticipando lo que se venía, le dije:
—No, está bien, me quedo parada. ¿Qué pasa?
El trató de aflojarme:
—Bueno, bueno, no te pongas así, Miriam. Sentate.
—¿Por qué? ¿Tenés miedo de que me caiga?
—Dale, sentate.
Accedí, y él me informó:
—La Presidenta me dijo que te pida la renuncia.
—¿La pedís vos o la pide ella?
—No, ella.
Lo miré a la cara y me pareció un cobarde. Desde mi bronca le dije:
—Sos una basura, te diste el gusto, me dejan en la calle.
—Siempre me decís lo mismo, me acusás a mí. Algo te habías olfateado y anduviste desparramando por los pasillos de Gobierno que yo te quería rajar –me contestó–. Pero yo cumplo órdenes. Ella ya tiene la persona que te va a reemplazar. Quiere gente joven.
—¿Tan vieja estoy?
Se rió.
—¿Por qué me echan, Oscar?
—Yo no te debo ninguna explicación a vos –me contestó–. Pero si querés saberlo, Cristina conoció a una chica que le cayó bien y la quiere en ese puesto.
—¿Quién es la nueva?
—Mariana Larroque.
—¡Ah, la hermana del Cuervo!
—Sí. Ahorrémonos sufrimientos y entregame tu renuncia ya.
—Qué fea tu actitud, Oscar. ¿Te das cuenta de que me están dejando en la calle?
—Vos tenés contactos, Miriam. Buscate algo en otro lado.
—Mirá, Oscar, decime la verdad. ¿Por qué me echan?
—Si no lo sabés vos…
—Si es por ese chisme viejo de que soy la amante de Kirchner, te recuerdo que esa boludez ya la decían en nuestra prehistoria. “La Mónica Lewinsky de Santa Cruz.” Así que si me echan ahora por esa pelotudez antigua es porque vos le calentaste la cabeza.
—¿Vos creés que Cristina es influenciable? Dale, Miriam, no jodas o te hago echar por mal desempeño en las funciones.
—¿Qué? ¿Por entregar mal una carta? No jodas vos. Quiero hablar con Cristina.
—No rompas, Negra. Ya no sos la Evita de Kirchner.
Acá no podés seguir.
—¿Pero adónde quieren que me vaya?
—No sé, buscate algo en el PAMI, por ejemplo.
—Ah. ¿Y qué voy a hacer ahí?
—Bueno, fijate… Tampoco pretenderás ser jefa de área.
—Dame una audiencia con ella.
—No necesitás una audiencia, si vos entrás cuando querés. Andá a verla.
Fui a la antesala del despacho presidencial y pedí hablar con Cristina. Me agendaron y me quedé esperando cerca de una hora. En un momento, por una puerta lateral del despacho, sale uno de sus jóvenes y flamantes secretarios, Pablo Barreiro, el hijo del cuidador y jardinero (y ahora empresario) de la residencia de El Calafate, y me llamó. Fuimos al que antes había sido el despacho de Daniel Muñoz, y me pidió que me sentara. Estaba muy nervioso.
—Miriam –me dice–, la Presidenta me pidió que te diga que te manejes con el doctor Parrilli, que tiene todas las instrucciones.
—Ya hablé con Parrilli. ¿No me va a recibir? ¿No me quiere recibir?
—No.
Así que dejé el despacho, fui a mi oficina y redacté mi renuncia. Después de despedirme de mis colaboradores más cercanos, salí, y en el pasillo me estaba esperando una de mis tantas colaboradoras directas, que actuaba de correveidile de Parrilli. Con cara falsamente compungida me dijo:
—Ay, Miriam, te lo tengo que decir…
—¿Qué?
—Se dice por acá que tu hija menor, María Paz, es hija de Néstor…
—¿Qué? –me quedé atónita.
La hipócrita siguió:
—Es muy probable que haya llegado esa versión a oídos de la Presidenta… Por eso te pidieron la renuncia…
—¿Sabés qué? Que le hagan el ADN a mi hija y que le vayan a pedir disculpas al padre…
Me fui de la Casa de Gobierno después de recoger mis cosas. Algunos me saludaron y lloraban. Otros me ignoraron.
Hubo gente que después me siguió llamando. Alguno que otro intentó ayudarme hasta con dinero para afrontar algunas deudas, pero siempre bajo una consigna: que no se entere Cristina.
De casi doscientos llamados que recibía por día, a partir de entonces sólo querían hablar conmigo mis familiares y algunos amigos a los que no les importaba la consecuencia de dialogar con alguien a quien Cristina no apreciaba. Nadie me quería dar trabajo. Encima, como si fuera una broma siniestra, había rumores de que yo pretendía parte del legado de Néstor o que tenía cuentas en Suiza. Yo me reía: “Díganme el número”.
La llamé a Alicia, la hermana de Néstor, con quien hablábamos habitualmente cuando necesitábamos algo de la Presidencia porque el presidente lo pedía.
—Alicia te pide –me dijo su secretaria– que por favor no la llames más porque la comprometés.
Aunque dolorosa, la respuesta de la ministra de Desarrollo Social era previsible. Siendo mayor que el hermano, era su soldado más fiel y obediente. Muerto Néstor, todo el mundo esperaba que afloraran las diferencias familiares y políticas que, desde la época de Santa Cruz, distanciaban a la hermana de la esposa.
Sin embargo, esta vez Alicia se subordinó a la Presidenta y tampoco me atendió. A Aníbal Fernández ni lo llamé. Para quien no conozca ciertos detalles, resulta raro que no haya intentado comunicarme con el ministro del Interior, que tantos resortes podía tocar para auxiliarme. Pero el autor del Manual de zonceras argentinas sabe ejercitarse en el asunto que trata su libro. Una vez, una tarde de frío, al término de un acto en el Conurbano, donde estábamos junto al presidente y toda la comitiva, Néstor se precipitó a saludar a los asistentes, como hacía habitualmente.
Del otro lado de las vallas, el pueblo luchaba por acercarse. De nuestro lado había funcionarios, militantes, prensa, custodios y miembros de Documentación Presidencial. Néstor, como una estrella de rock, iba hacia el público y el público iba hacia él.
Más apretada que en el 60 con destino a Constitución en hora pico, yo estiraba las manos para recibir las cartas de la gente que se estiraba del otro lado o las iba pasando de mano en mano. En medio de ese fervor, de pronto siento que sobre mi nalga izquierda se posa una zurda confianzuda, abierta, que se apoya, palpa y levanta el cachete, como evaluando el peso. Casi no podía girar, pero lo conseguí y furiosa le dije:
—¿Qué hacés?
El bigotudo me miró con su mirada pícara y sonriente.
—Fue sin querer… Miriam.
—Pero la puta… ¡Qué va a ser sin querer!
—Dale, Negra, no me echés flit… No te enojés…
Lo fulminé con la mirada, di otra media vuelta sabiendo que no se iba a animar a más, y pensé:“Por qué no le vas a tocar el culo a Jauretche”. Me corrí y seguí juntando las cartas.
Por su parte, Alberto Fernández –que había dejado de ser funcionario– me atendió recién después de algunos meses en que insistí en verlo. Necesitaba pagar la escuela de mi hija y le hacía propuestas laborales, y él, sin prometerme nada, ofreció tocar a algunos contactos. Lo cierto es que tampoco él había quedado bien parado económicamente tras su salida de la Casa Rosada, y su secretaria me dijo después que a veces ella iba a trabajar a la oficina para colaborar con él pero sin cobrar.
Rudy Ulloa, quien se decía el mejor amigo de Néstor –quizá porque a su sombra adquirió una solvencia que ahora le permite declarar, como un divo, que le envidian el éxito–, jamás me llamó para saber cómo estaba. Yo lo llamaba y llamaba para pedirle una mano y no me atendía. Quizá porque se pasaba las horas en una habitación insonorizada en el edificio que, dicen, les compró a los herederos de Yabrán.
Pero… eso debe ser una difamación. Me esquivó permanentemente. Tenía mi teléfono registrado. Y cuando lo llamaba desde un locutorio y él atendía sin saber de quién se trataba, se lo recriminaba:
—¿Pero qué pasa, Rudy? ¿No me podés ayudar? Vos sabés en qué situación estoy… Necesito trabajo…Es una cuestión de humanidad…
—No, Negra, yo te llamo…
—No me digas eso porque nunca lo hacés.
—No, te voy a llamar, dame tiempo.
—¿Para qué querés que te dé tiempo? Me echaron y tengo que pagar el alquiler y darles de comer a mis hijos.
—Disculpame, estoy corriendo, tengo que ir a Olivos, que me llamó la bruja y no sé qué quiere. Después te llamo.
Nunca lo hizo.
También recurrí al ministro de Planificación. Lo llamé muchas veces y no podía atenderme. Dejaba mensajes en su secretaría privada, donde tomaban el recado y decían que se lo transmitirían. O quizá no escuchaba mis llamados porque estaba sumergido en el canto de la colección de pájaros exóticos que cría en su mansión del country Puerto Pirán, en Zárate. Finalmente, conseguí hablar con su secretario, José María Olazagasti, quien se ocupó de darme excusas verosímiles, hasta que dejó de atenderme.
A través de un amigo, recurrí entonces a otro colaborador de De Vido, que me facilitó la posibilidad de un encuentro, invitándome a que asistiera a un programa en la televisión pública. Desde ya, no como participante.
Entré junto con los que van a ver el programa dispuestos a aplaudir. Nadie reparó en mí cuando entré al estudio, salvo cuando ingresó el ministro con sus colaboradores, quienes quedaron ubicados a mi lado. Julio no me vio. El conductor, los panelistas y el entrevistado hablaron de gas, de energía, y de lo bien que estaba el país. Cuando terminó la entrevista en 6-7-8, me acerqué a De Vido, quien me saludó afectuosamente:
—Hola, nena, ¿cómo estás?
—Más o menos, necesito hablar con vos, por trabajo.
El me frenó:
—Acá no hablemos –me dijo, y dirigiéndose a su jefe de prensa le ordenó que armara una reunión fuera del ministerio. El jefe de prensa tomó mis datos y me dio los suyos. A partir de ese momento llamé y llamé, sólo una vez respondió, no me dio la cita convenida y nunca más me atendió.
Esta situación empezó a afectar mi salud. Tenía que poner el cuerpo para protegerme y proteger a mi familia. Por supuesto, quería preservar a mis hijos de amenazas y riesgos. Ya bastante tenían con la angustiosa situación económica en la que estábamos viviendo como para, encima, tener que cargar con el miedo que sentía. Mi presión se disparó a las nubes, me volví asmática. Me aparecieron problemas en las articulaciones. Me dolía el cuerpo tanto como el corazón.
Sin trabajo, sin obra social, recurrí al área a la que, cuando trabajaba en Casa de Gobierno, derivaba más correspondencia con pedidos de auxilio: la Dirección de Asistencia Crítica, a cargo del compañero karateca, militar y médico Sergio Berni, quien más de una vez había solicitado mi intercesión para que el presidente lo atendiera. A él le rogué que me ayudara con los medicamentos, algo que hubiera podido resolver perfectamente sin faltar a sus atribuciones.
—No, me comprometés… Ahora no te puedo atender… Sabés cómo está la situación ahora con vos… –su tono, a través del teléfono, sonaba menos valiente que el de sus apariciones públicas.
—Pero, Sergio… Son medicamentos… Hoy no los puedo comprar. Si no conviene que yo vaya por ahí, mando a alguien que los busque.
—No, Miriam… no puedo –y me cortó sin despedirse.
Hay gente que sí me ayudó, y que me abstengo de nombrar para no comprometerla.
Todos los días llevaba a mi hija al colegio y después me arreglaba para salir a trabajar… Mi trabajo era buscar trabajo. Mientras, mis ahorros desaparecían y mis deudas crecían. Hoy, mucha gente dice que yo hablo, o hablé, por despecho. En un periódico de circulación nacional salió un comentario que me hirió mucho: decían que me consideraba con derechos adquiridos a pedir ayuda.
Ese comentario malicioso es cierto y falso a la vez. No me considero con más o menos derechos que cualquier argentino a pedir asistencia del Estado en caso de necesidad. “Donde existe una necesidad, nace un derecho”, dijo Evita.
Cuando trabajé en la función pública, consideré mi deber auxiliar al desamparado sin mirar el color político de quien solicitaba asistencia. Hoy soy yo la que está del otro lado del mostrador de Balcarce 78, la mesa de entrada donde atendíamos y recibíamos los pedidos de ayuda.
Al mes de que me echaron de Casa de Gobierno tuve la mala suerte de que la revista Noticias me pusiera como nota de tapa.Poca gracia me causó ver el título: “La otra viuda de Kirchner”.
Lo que ocurrió es que comenzaron las amenazas telefónicas. A cualquier hora. Sonaba el teléfono, yo levantaba el tubo y una voz siempre distinta me decía cosas como “Te vamos a cepillar”, o “Sos una traidora “, o “Vas a aparecer en una zanja”. También me hacían llegar mensajes de contenido mafioso a través de los pocos compañeros que seguían ligados a mí.
Provenían de ex espías de la SIDE, muchachos de base, más fanáticos que discriminadores, etcétera. Los mensajes eran siempre los mismos: que me cuidara, que me iban a limpiar… Sabiendo dónde se podía cortar esto, llamé a Héctor Icazuriaga –jefe de la SIDE–, a Carlos Zannini –secretario de Legal y Técnica–, tratando de llegar a Cristina y de explicarle cómo había sucedido todo.
Nunca me atendieron.
Intenté salir en otros medios para decir mi verdad. Curiosamente, nadie me quiso recibir.
Entretanto, comienzo a ver vehículos y gente de la SIDE en la puerta del edificio donde vivía. En octubre de 2011 me reencuentro con un periodista de Caleta al que conocía desde la infancia:Eduardo “Lalo” Zanini (ninguna relación con el funcionario). El me convenció de la necesidad de escribir un libro contando mi historia y lo que viví durante mis años junto a Néstor.
A partir de entonces, me acompañó todo el tiempo, y fue él quien me propuso que fuera al programa de Lanata. Allí, mi rostro volvió a la figuración pública, y supe que tenía que contar lo que había vivido.
Dije algo de eso en Periodismo para todos, y a partir de entonces, aunque sané mis dolencias físicas, volví a tener miedo. (Perfil)
CRISTINA TIENE HUEVOS... VIDEO
"No nos pararon las balas de los militares (¿?), menos nos van a parar las patotas de los mafiosos"...
Este video posiblemente sea de un acto del año 2003, en la provincia de Catamarca.
Recordando...
Este video posiblemente sea de un acto del año 2003, en la provincia de Catamarca.
Recordando...
CASO ÁNGELES: LOS 10 INDICIOS QUE INCULPAN AL PORTERO
Cuando mañana se presente ante el juez para ser indagado por tercera vez en 16 días, el encargado Jorge Ernesto Mangeri, de 45 años, escuchará una minuciosa descripción del hecho por el que se lo acusó y el detalle de todas y cada una de las pruebas que lo vincularon con el asesinato de Ángeles Rawson.
Desde aquella declaración como testigo que la fiscal María Paula Asaro interrumpió porque se refería a circunstancias que lo autoincriminaban, hasta la actualidad, la representante del Ministerio Público y el juez de Instrucción Javier Ríos incorporaron nuevos elementos en el expediente.
Esos elementos servirían para fundar un eventual procesamiento con prisión preventiva del imputado como presunto autor material del homicidio de la adolescente, de 16 años, ocurrido el 10 de junio pasado en el edificio de Ravignani 2360, en Palermo.
Según fuentes de la investigación, el conjunto de factores que relacionaron a Mangeri con el asesinato de Ángeles incluyó, pruebas científicas, como los estudios de ADN; testimoniales, como las declaraciones de los vecinos del inmueble en el que vivían la víctima y el acusado, y técnicas, tal fue el caso de las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad de dos edificios cercanos al lugar del homicidio.
Estas son diez de las pruebas que comprometerían al encargado Mangeri en el homicidio de Ángeles Rawson y que sus abogados Marcelo Biondi y Miguel Ángel Pierri intentarán desvirtuar para sacarlo de la escena del asesinato.
1 Los peritos de la Unidad de Identificación por ADN del Cuerpo Médico Forense que depende de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, determinaron que el perfil genético de los restos de piel hallados debajo de las uñas de tres dedos de la mano derecha de la víctima corresponden a Mangeri.
2 El informe de los médicos legistas que revisaron al encargado del edificio determinaron que algunas de las lesiones que presentaba el imputado habrían sido provocadas por la víctima en su intento por defenderse.
3 Esos mismos médicos sostuvieron que el acusado habría intentado encubrir esas lesiones de defensa con otras heridas que se habría hecho con la ayuda de un pariente policía. Coincidentemente, el día que los detectives de la División Homicidios lo fueron a buscar para llevarlo a declarar por la fuerza pública ante la fiscal Asaro, el imputado estaba en la casa de este familiar, en Escobar.
4 Cuatro de los 26 vecinos del edificio de Ravignani 2360 que declararon entre la noche del miércoles y la madrugada del jueves ante el juez, afirmaron que el día en que Ángeles fue asesinada, el encargado les avisó por el portero eléctrico que debían sacar la basura dos horas antes, en un horario fuera de lo habitual.
5 Una mujer que vive en el edificio manifestó que el día que mataron a Ángeles se cruzó con el encargado en el pasillo previo a la terraza. La vecina sostuvo que el imputado estaba nervioso. Además le llamó la atención que vistiera una remera de mangas cortas y bermudas a pesar del frío reinante.
6 Un taxista que se presentó a declarar el lunes pasado habría identificado a Mangeri como el pasajero que abordó su vehículo el día del homicidio, en Soler al 5500. En un trayecto de cinco cuadras, lo llevó hasta Ravignani y Paraguay. Agregó que retuvo su rostro por la calvicie particular del imputado. Mangeri había dicho que esa noche fue a la casa de su suegra, en Pacheco.
7 Fernando, el encargado que reemplazó a Mangeri en su trabajo en el edificio, afirmó que nunca lo vio trabajando en un edificio vecino y que le llamó la atención que se comunicara desde un teléfono público y no desde su celular, como lo hacía habitualmente. Para los investigadores, este testimonio habría derribado la coartada del imputado.
8 Anteayer, Franklin Rawson, el padre de Ángeles, declaró como testigo y reconoció a su hija como la joven que aparecía en dos imágenes grabadas por dos cámaras de seguridad instaladas en dos edificios situados a 300 metros y en la misma cuadra, respectivamente, del inmueble en el que vivía la víctima. Para los investigadores, este reconocimiento serviría para demostrar que la adolescente regresó viva al edificio de Ravignani 2360, luego de salir de la clase de educación física y no fue interceptada en el trayecto.
9 Para la fiscal Asaro, el encargado Mangeri habría tenido la oportunidad de interceptar a Ángeles en el hall del edificio y a partir de su conocimiento del manejo de la basura en el inmueble y de los horarios en los que se realiza la recolección de residuos habría retirado el cuerpo sin que ningún vecino lo advirtiera. A este detalle hay que sumarle las contradicciones en las que el imputado incurrió en su primera declaración.
10 Había confianza entre el encargado del edificio y la joven víctima, lo que habría provocado que Ángeles Rawson nunca hubiera esperado que la atacara una persona que conocía en el hall del edificio en el que vivía. Esa relación de confianza había quedado expuesta por el imputado en su declaración, cuando se refirió a las distintas bromas que solía hacerle.
Certezas y dudas del caso
Los elementos de prueba y los indicios que hoy se manejan
Qué se sabe
No hubo abuso
Los peritajes del Cuerpo Forense del Poder Judicial determinaron que Ángeles no fue abusada ni violada
Rastros genéticos
Se descubrió el patrón genético del encargado Jorge Mangeri debajo de tres uñas de Ángeles
Llegó a Ravignani 2360
Una cámara de seguridad de un edificio lindero muestra a Ángeles poco antes de ingresar en el edificio en el que vivía con su familia
Qué no se sabe
El lugar del asesinato
El crimen se habría cometido en el edificio de Ravignani 2360, pero no se estableció aún el sitio preciso
¿Por qué la mataron?
Aún no se pudo determinar cuál fue el móvil del homicidio. Surgió un indicio, aún no probado, ligado con connotaciones sexuales
¿Hubo un cómplice?
El único imputado es Mangeri y, hasta ahora, todavía no surgieron indicios de que hubiera participado otra persona
Fuente: La Nación
Desde aquella declaración como testigo que la fiscal María Paula Asaro interrumpió porque se refería a circunstancias que lo autoincriminaban, hasta la actualidad, la representante del Ministerio Público y el juez de Instrucción Javier Ríos incorporaron nuevos elementos en el expediente.
Esos elementos servirían para fundar un eventual procesamiento con prisión preventiva del imputado como presunto autor material del homicidio de la adolescente, de 16 años, ocurrido el 10 de junio pasado en el edificio de Ravignani 2360, en Palermo.
Según fuentes de la investigación, el conjunto de factores que relacionaron a Mangeri con el asesinato de Ángeles incluyó, pruebas científicas, como los estudios de ADN; testimoniales, como las declaraciones de los vecinos del inmueble en el que vivían la víctima y el acusado, y técnicas, tal fue el caso de las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad de dos edificios cercanos al lugar del homicidio.
Estas son diez de las pruebas que comprometerían al encargado Mangeri en el homicidio de Ángeles Rawson y que sus abogados Marcelo Biondi y Miguel Ángel Pierri intentarán desvirtuar para sacarlo de la escena del asesinato.
1 Los peritos de la Unidad de Identificación por ADN del Cuerpo Médico Forense que depende de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, determinaron que el perfil genético de los restos de piel hallados debajo de las uñas de tres dedos de la mano derecha de la víctima corresponden a Mangeri.
2 El informe de los médicos legistas que revisaron al encargado del edificio determinaron que algunas de las lesiones que presentaba el imputado habrían sido provocadas por la víctima en su intento por defenderse.
3 Esos mismos médicos sostuvieron que el acusado habría intentado encubrir esas lesiones de defensa con otras heridas que se habría hecho con la ayuda de un pariente policía. Coincidentemente, el día que los detectives de la División Homicidios lo fueron a buscar para llevarlo a declarar por la fuerza pública ante la fiscal Asaro, el imputado estaba en la casa de este familiar, en Escobar.
4 Cuatro de los 26 vecinos del edificio de Ravignani 2360 que declararon entre la noche del miércoles y la madrugada del jueves ante el juez, afirmaron que el día en que Ángeles fue asesinada, el encargado les avisó por el portero eléctrico que debían sacar la basura dos horas antes, en un horario fuera de lo habitual.
5 Una mujer que vive en el edificio manifestó que el día que mataron a Ángeles se cruzó con el encargado en el pasillo previo a la terraza. La vecina sostuvo que el imputado estaba nervioso. Además le llamó la atención que vistiera una remera de mangas cortas y bermudas a pesar del frío reinante.
6 Un taxista que se presentó a declarar el lunes pasado habría identificado a Mangeri como el pasajero que abordó su vehículo el día del homicidio, en Soler al 5500. En un trayecto de cinco cuadras, lo llevó hasta Ravignani y Paraguay. Agregó que retuvo su rostro por la calvicie particular del imputado. Mangeri había dicho que esa noche fue a la casa de su suegra, en Pacheco.
7 Fernando, el encargado que reemplazó a Mangeri en su trabajo en el edificio, afirmó que nunca lo vio trabajando en un edificio vecino y que le llamó la atención que se comunicara desde un teléfono público y no desde su celular, como lo hacía habitualmente. Para los investigadores, este testimonio habría derribado la coartada del imputado.
8 Anteayer, Franklin Rawson, el padre de Ángeles, declaró como testigo y reconoció a su hija como la joven que aparecía en dos imágenes grabadas por dos cámaras de seguridad instaladas en dos edificios situados a 300 metros y en la misma cuadra, respectivamente, del inmueble en el que vivía la víctima. Para los investigadores, este reconocimiento serviría para demostrar que la adolescente regresó viva al edificio de Ravignani 2360, luego de salir de la clase de educación física y no fue interceptada en el trayecto.
9 Para la fiscal Asaro, el encargado Mangeri habría tenido la oportunidad de interceptar a Ángeles en el hall del edificio y a partir de su conocimiento del manejo de la basura en el inmueble y de los horarios en los que se realiza la recolección de residuos habría retirado el cuerpo sin que ningún vecino lo advirtiera. A este detalle hay que sumarle las contradicciones en las que el imputado incurrió en su primera declaración.
10 Había confianza entre el encargado del edificio y la joven víctima, lo que habría provocado que Ángeles Rawson nunca hubiera esperado que la atacara una persona que conocía en el hall del edificio en el que vivía. Esa relación de confianza había quedado expuesta por el imputado en su declaración, cuando se refirió a las distintas bromas que solía hacerle.
Certezas y dudas del caso
Los elementos de prueba y los indicios que hoy se manejan
Qué se sabe
No hubo abuso
Los peritajes del Cuerpo Forense del Poder Judicial determinaron que Ángeles no fue abusada ni violada
Rastros genéticos
Se descubrió el patrón genético del encargado Jorge Mangeri debajo de tres uñas de Ángeles
Llegó a Ravignani 2360
Una cámara de seguridad de un edificio lindero muestra a Ángeles poco antes de ingresar en el edificio en el que vivía con su familia
Qué no se sabe
El lugar del asesinato
El crimen se habría cometido en el edificio de Ravignani 2360, pero no se estableció aún el sitio preciso
¿Por qué la mataron?
Aún no se pudo determinar cuál fue el móvil del homicidio. Surgió un indicio, aún no probado, ligado con connotaciones sexuales
¿Hubo un cómplice?
El único imputado es Mangeri y, hasta ahora, todavía no surgieron indicios de que hubiera participado otra persona
Fuente: La Nación
CASO ÁNGELES: DECLARACIÓN COMPLETA DEL PORTERO JORGE MANGERI
En el texto está la confesión de Jorge Mangeri, donde se transcribe su testimonio y el momento en el que le dice a la fiscal: "Fui yo". El imputado fue citado a declarar el lunes y es visitado en la cárcel por su abogado, Miguel Pierri
Se dio a conocer la declaración completa del único imputado por el crimen de Ángeles Rawson, en la que aceptó haber sido el autor del homicidio. En el texto, publicado por el diario Perfil, se transcribe todo el testimonio de Jorge Mangeri y su confesión ante la fiscal María Paula Asaro.
Además de haber aceptado como autor del hecho, las análisis de ADN realizados tanto por los expertos oficiales como por los peritos de parte, determinaron la presencia de rastros genéticos del portero debajo de las uñas de la víctima, lo que complica aún más su situación.
Ante esto, el juez Javier Ruiz, lo citó a declarar el próximo lunes, pese a que ya se negó dos veces a brindar su testimonio. Asimismo, su abogado Miguel Ángel Pierri, lo visitó por segunda vez en el penal de Ezeiza, donde está recluído. "Vengo a que me explique por qué hay muestras de ADN debajo de las uñas de Ángeles", afirmó el letrado. El magistrado Ruíz tiene hasta el lunes a última hora para definir la situación procesal del encargado.
A continuación el texto completo de la declaración de Mangeri:
//////////En la ciudad de Buenos Aires, 14 de Junio de 2013, comparece ante el Sra. Fiscal y Secretario autorizante una persona debidamente citada a la que se le hace saber que se le recibirá declaración testimonial. ---------------------------
Acto seguido se la impone de los derechos de que goza, conforme lo normado en los arts. 79 y 80 del Código Procesal Penal de la Nación y de las penas impuestas en que incurren los que se pronuncien con falsedad, y se da lectura al contenido de los arts. 275 y 276 del Código Penal, prestando en tal sentido juramento de decir verdad con arreglo a sus creencias religiosas, mediante la fórmula “si lo juro”. -------------------------------------
A continuación, es interrogada por el Sr. Fiscal acerca de sus datos personales -art. 249 segundo párrafo del citado cuerpo legal- manifestó llamarse Jorge Néstor Mangeri, de nacionalidad argentina, nacido el 1 de enero de 1968, DNI ******, con domicilio en Dr. Ravignani 2360 piso 8 portería , alfabeto, casado, encargado de portería --------------------------------------------------
Preguntado sobre si posee vínculos de parentesco o interés con las partes o si con respecto a estas le comprenden las generales de la ley, que le son explicadas, contestó desempeñarse como encargado en el edificio de la calle Dr. Ravignani 2360 de esta ciudad, lugar donde vive la familia de la niña damnificada, todos con los cuales mantiene una muy buena relación, sin perjuicio de lo cual, nada impide que se exprese con veracidad.- ---------------------------------------------
Que es invitado por el Sr. Fiscal a manifestar todo cuanto supiere sobre el hecho investigado art. 118 del Código Procesal Penal de la Nación. Declara: Que se presenta en ésta dependencia en virtud a haber sido convocado por esta Fiscalía, que el declarante, tal como indicara, se desempeña como encargado en el edificio en cuestión.
A preguntas a fin de que indique sus horarios, dijo: de 7 a 12 y de 17 a 20 horas, ello de lunes a viernes. Indica que los sábados de 7 a 12 horas. A preguntas a fin de que indique si el día 10 de junio cumplió funciones en el edificio, dijo: sí, que empezó a limpiar alrededor de las 6.30. Ya que también baldea la vereda de enfrente. Que luego limpia el hall permaneciendo en el sitio hasta las 10.00 horas aproximadamente.
Que vio a la niña Angeles salir aproximadamente a las 8.30 o 9.00 horas aproximadamente. Que la madre de la niña se fue antes que ésta. Que Sergio salió aproximadamente a las 8.00 horas y le preguntó si lo había visto salir a Juan Cruz. Que el dicente no lo había visto. Indica que al cabo de un rato, Sergio volvió a salir y le dijo que Juan Cruz todavía estaba.
A preguntas a fin de que indique si vio a la empleada doméstica llegar, dijo: No se acuerda, que cree que sí. Que conoce a la familia desde aproximadamente 12 años.
A preguntas a fin de que indique si tiene llaves del departamento, dijo: sí pero que hace unos meses cambiaron la cerradura y no volvieron a darle las llaves nuevas. Que a Axel no recuerda haberlo visto salir. Que Sergio se marchó alrededor de las 8.30 horas. Que cree que un rato antes a que se fuera “Mumi” (sic.).
A preguntas a fin de que indique hasta qué hora permaneció en el hall ese día, dijo: que cree que hasta las 10.00 pero puede ser antes o después. Que luego sube a su casa a tomar unos mates con su esposa.
A preguntas a fin de que indique si previo a dejar el hall, vio regresar a Angeles, dijo: No. Ilustra que el dicente subió a su domicilio una vez que la señora del piso 5º A se marchara. Que una vez ello, el dicente cerró la puerta y subió.
A preguntas a fin de que indique si mientras permanece en el lugar, la puerta de ingreso permanece abierta, dijo: sí. Que el dicente la cierra cuando se va. Quiere indicar que en el día de la fecha, sabía que tenía que presentarse en la Fiscalía. Que el dicente estaba muy nervioso.
A preguntas a fin de que indique el motivo de por qué estaba nervioso, dijo: Que el declarante estaba en su edificio de licencia médica, pero en el trabajo de enfrente, no tenía suplente por lo cual, el miércoles a la mañana concurrió a baldear la vereda de enfrente y un auto negro, modelo Polo se le cruzó y el conductor lo encerró y lo amenazó con una pistola y un cuchillo tramontina, ello sin descender a la vez que le espetó que “le convenía venir a declarar” (sic), apoyándole en su cuello la pistola. Que el declarante no sabía aún que estaba citado.
A preguntas a fin de que indique el motivo por el que no denunció ello antes, dijo: porque pensó que era policía y el dicente le tiene miedo. Fundamenta en que hay muchos problemas con los policías. Que el dicente cree que era policía pero no lo puede asegurar. Que el sujeto de tez blanca era más bajo que el declarante.
A preguntas a fin de que indique cómo sabe que era más bajo, dijo: por la altura en donde le daba el volante al sujeto. Que el dicente posee un automóvil Megane dominio ******* color y que por la altura que le da el volante al dicente puede calcular que el individuo que lo amenazara era más bajo.
Quiere indicar que en el día de la fecha, entre las 19.00 y las 20.00 horas un policía lo subió a un patrullero y lo picanearon. Indica que le taparon la cabeza con una bolsa. Que se trataba de un patrullero viejo azul y celeste, no puede indicar la marca. Que ilustra que el policía que lo paró y le dijera que subiera al patrullero, estaba de uniforme y oficiaba de chofer.
Que el dicente subió en el asiento de atrás donde había un sujeto vestido de civil. Respecto al uniformado, no puede indicar su placa identificadora, y no recuerda si tenía escudo. Que el sujeto que estaba sentado en el asiento de atrás, era de la altura del dicente, según pudo calcular.
Que al subir, le puso que tenía que esposarlo, le puso precintos en las manos, tres en total. Que le dijeron te llevamos a declarar. Que condujo por Arévalo y al llegar a Santa Fe le pusieron un gorro de lana que le taparon los ojos y le colocaron un trapo en la boca. Continúa su relato indicando que el sujeto lo hizo agachar y le pegó en la nuca y en su rostro. Que podría reconocer al policía. Que ello fue en la calle Arévalo casi Santa Fe. Que es en las proximidades de la parada del 95.
A preguntas a fin de que indique dónde lo dejaron, dijo: que el dicente bajó en Juan B. Justo cerca de Easy. Ilustra que el policía estaba apeado y lo llevó hasta el móvil. Que no lo subieron violentamente. Que todo sucedió dentro del móvil. Que al solicitarle que exhiba las lesiones, se rectifica y dijo que lo quemaron, que no lo picanearon. Que exhibe su dorso.
A preguntas a fin de que indique dónde se encuentra pernoctando actualmente, dijo: en el domicilio de su amigo Jorge en un edificio de la calle Marcelo T. De Alvear. Que se marchó de la portería debido a que su esposa se encuentra operada y no quería molestias con los periodistas.
A preguntas a fin de que indique si la policía le exhibió videos, dijo: sí, el martes. Que lo llamaron para que reconozca si era Angeles la que venía caminando. Que el dicente dijo que sí, que no tuvo miedo en ese momento. Que lo trataron bien. Que a preguntas a fin de que indique que hacía en la zona de su barrio cuando fuera subido al patrullero contra su voluntad, dijo: que va a su domicilio y vuelve a Marcelo T. de Alvear.
Que luego del suceso con el patrullero fue a ver a un primo de su esposa que está en provincia, en Escobar, por eso no vino a declarar antes para que lo asesorara. Que previo a ello, el dicente había ido a ver a un primo de la esposa del dicente que es policía bonaerense y es de Escobar. Que alrededor de las 12.30 le avisaron al dicente que debía concurrir a declarar a esta dependencia, ello telefónicamente a su teléfono celular.
A preguntas a fin de que indique el motivo de por qué no concurrió a la Fiscalía a denunciar ello, dijo: porque no confía. Al ser preguntado nuevamente a qué hora salió Angeles de la vivienda, dijo: un rato antes de las 9.00.
No recuerda haber visto a Juan Cruz salir, ni tampoco a Axel. Que recuerda que vio salir a Angeles, porque se puso los walkman y se le cayó una carterita negra. Que recuerda que el dicente estaba limpiando el bronce del piso de la entrada a la vivienda y salió Angeles y se le cayó la carterita.
Quiere indicar que el día martes, alrededor de las 6.00 horas concurrió a la Clínica Ciudad. Que ese día no le dieron certificado y lo medicaron. Que luego concurrió el día miércoles a las 6.00 horas también a hacerse ver.
Repreguntado el testigo para que indique nuevamente los horarios que vio salir e ingresar a la familia de la niña damnificada, dijo: primero salió Jimena, que ella salió antes de las 7.00 am; luego se fue “Pato” (sic.) por Sergio y luego la Mumi. Que el dicente bromeó con esta última puesto que cuando se le cayó la cartera y la juntó el dicente se la volvió a tironear para que se le cayera de vuelta.
Que en otras oportunidades ha hecho esas bromas, no específicamente con la cartera, pero si con otras cosas, no pudiendo precisar en éste momento. Que recuerda que aproximadamente a las 17.30 horas de aquel día vio entrar a Jimena al edificio. Que el dicente se encontraba vestido con un buzo. Que Jimena le preguntó que le pasaba porque lo veía mal y le dijo que se sentía medio engripado.
Que en este acto se hace presente el Médico Legista Dr. Gerardo Decanio matricula Nacional ******, convocado por la Sra. Fiscal, quien procede a examinar las lesiones que manifiesta presentar el declarante, visible a la instrucción en su tórax y abdomen, cuyo informe y conclusiones acompaña por separado.
A preguntas a fin de que indique si el edificio posee sótano, dijo: si, y que es un depósito en el subsuelo.
A preguntas a fin de que indique si el mismo se cierra con llave dijo: si. Que llaves del lugar posee el dicente y los propietarios del consejo.
A preguntas a fin de que indique cuando se enteró de la ausencia de Angeles del domicilio, dijo: el martes a la mañana, la esposa del declarante le comentó. Que eso sería aproximadamente a las 10.00 horas, puesto que su esposa concurrió a comprarle los remedios y se encontró a la señora Jimena en la puerta y le contó que Angeles estaba desaparecida.
A preguntas a fin de que indique de qué la operaron a su esposa, dijo: aproximadamente hace 5 años de cáncer de tiroides. Que la operaron dos veces por ese motivo.
A preguntas a fin de que refiera si concurrió al velatorio de la niña, dijo: No, que iban a ir el día que llevó a su esposa a la casa de su amigo. Que no le avisaron donde era. Que luego su esposa llamó a cochería Paraná y le confirmaron la dirección.
A preguntas a fin de que indique cómo sabia que la casa funeraria era cochería Paraná, dijo: porque lo vio por televisión. Que finalmente no concurrieron debido a que el dicente sintió miedo por lo sucedido y que explicara más arriba.
A preguntas a fin de que indique si en la cuadra hay volquetes del gobierno de la ciudad, dijo: no, que una vez trajeron uno pero duró un par de días. A preguntas a fin de que indique cómo se llama la propietaria del 5º A, dijo: M****** L******.
A preguntas a fin de que indique respecto al martes 11, si cumplió funciones, dijo: no. Que estaba en el edificio. Que estuvo todo el día en su casa.
A preguntas a fin de que indique si cuando se enteró de la aparición del cuerpo de Angeles, bajó a saludar a la familia, dijo: no, que se encontraba con mucha fiebre y estaba muy transpirado. Que la esposa del declarante bajó dos o tres veces. Que cree que el día martes saludó a “Pato” en el hall, a la noche. Que le dio las condolencias a él y le preguntó por Jimena, refiriéndole que estaba acostada.
A preguntas a fin de que indique qué día se marchó hacia lo de su amigo, dijo: el miércoles a la mañana. Que se fue con su esposa.
A preguntas a fin de que refiera si tiene hijos, dijo: no. Por el problema de la esposa del declarante que indicara más arriba.
A preguntas a fin de que indique respecto a la familia de la menor damnificada, si tiene conocimiento si se llevaban bien entre ellos, dijo: los hermanos se llevaban bien entre si. Respecto a Jerónimo, indica que hace mucho que no vive en la casa. Respecto a Jimena, manifiesta que es depresiva y se escuchaba que gritaba mucho a los chicos; Que Sergio jamás lo escuchó discutir. Refiere que nunca vio que Sergio hiciera diferencia entre su hijo y sus hijastros. Que ilustra que de la puerta para dentro, no sabe como es la historia familiar.
Que siempre se escucha que Jimena grita, y les exige mucho a los chicos. No conoce qué les profiere, ni los motivos.
A preguntas a fin de que indique quién se encuentra cumpliendo las labores del declarante en el edificio de enfrente, dijo: nadie. Que se trata de un edificio tipo PH. Que está ubicado en 2337. Que hace unos días atrás comenzaron a cambiar los caños del pasillo.
Que debido a que el dicente es quien posee las llaves del edificio de enfrente le solicitó al encargado del edificio ubicado en 2336 para que le entregara las llaves a los obreros y luego se las pasara al encargado del edificio de la calle 2330 para que se las restituya al declarante. Para ello le dejó las llaves en un sobre en el buzón y le avisó por teléfono.
A preguntas a fin de que indique si su amigo Jorge también es encargado de edificio, dijo: si. Que vive en Marcelo T. de Alvear y 9 de julio.
A preguntas a fin de que indique dónde hace las compras habitualmente, dijo: en Día, o por avenida Santa Fe. Que las compras las hace su esposa. Que la última vez que habló con su esposa en el día de la fecha, aproximadamente a las 14.00 horas.
Que el dicente tras salir de la clínica se marchó para Escobar a ver a su primo policía. Que luego se quedó con poca batería. Que no concurrió a esta dependencia debido a que fue en búsqueda de asesoramiento de su primo. Que su primo se llama C****** S******. Que no recuerda el teléfono de éste y que perdió su aparato celular hoy. Que el declarante fue al trabajo de éste, que labora en Ford como adicional. Que llamó desde una linea telefónica al celular del nombrado, te. 15-****** (para aportarlo se fija en un papel). Que el dicente no tenia carga, por eso no llamó desde el mismo. Que le pagó 20 pesos a un chico que vende discos compactos frente a una YPF próxima a la Ford para que lo dejara llamar a C******.
Que para ir a la Ford tomó el colectivo 15. Que pagó con la tarjeta Sube pero en este momento cree que la perdió, no pudiendo aportar su numeración por ello.
Que regresó de Escobar alrededor de las 19.00 horas aproximadamente, descendiendo del colectivo 15 en Dorrego y Campos de esta ciudad, (en este momento el testigo evidencia nerviosismo). Que por Dorrego tomó una gaseosa en un bar y luego de pasar el viaducto de Santa Fe se topó con el patrullero.
A preguntas a fin de que indique el motivo por el cual descendió allí puesto que según refiere se encuentra parando en Marcelo T. de Alvear y 9 de Julio; dijo: porque hoy quería ir para su casa. Indica que desconoce el cargo de C****** y en qué comisaría trabaja, pero cree que es en Pacheco. Repreguntado que es el testigo cuando fue la última vez que estuvo en su casa, dijo el miércoles, cuando se marcharon con su esposa a lo de Jorge.
A preguntas a fin de que indique si Jorge es casado, dijo: si, pero que vive únicamente con su esposa. Quiere indicar el dicente que los días que estuvo más enfermo fue el lunes y martes. Que el miércoles ya se encontraba mejor, por eso fue a lo de Jorge, y para estar más tranquilo por todo lo que estaba pasando.
Repreguntado el motivo por el cual no saludó a la familia damnificada que manifiesta conocer desde hace tantos años, dijo: que no sabe. Que estuvo mal.
Que preguntado para que indique donde durmió el día jueves a la noche, dijo: en lo de Jorge. Preguntado para que diga dónde durmió el miércoles a la noche quiere rectificarse, indicando que no durmió en lo de Jorge pero que no recuerda dónde durmió (evidencia mucho nerviosismo).
Manifestando espontáneamente que no miente que tiene mala memoria que es un desastre con eso. Que cree que el miércoles durmió en lo de Jorge, pero no está seguro.
A preguntas a fin de que indique si conocía algún novio de Angeles, dijo: no, nunca. A preguntas a fin de que indique si era llamativa Angeles para vestirse, dijo: no. Que le llamó la atención luego las fotos que viera de Angeles en televisión.
A preguntas a fin de que indique si el dicente posee Facebook, dijo, no. Que su esposa se hizo en éstos días por la cadena por el tema de Angeles. Que Angeles normalmente era sencilla para vestirse, es decir, joggings y ropa de tarde del colegio. Que no hablaba mucho con ella porque era muy introvertida de muy pocas palabras. Que el dicente le decía Mumi, porque así era conocida.
A preguntas de la Señora Fiscal a fin de que indique que hizo el lunes 10 a la noche, dijo, que se fue para Pacheco a donde viven sus suegros. Que volvieron a la madrugada. Que el dicente a la mañana no estaba tan enfermo pero que empeoró a la tarde.
Que el teléfono de sus suegros es Tel. ****** que sus suegros son T****** y C****** S******. Que fueron en el vehículo del dicente, que es de color gris. Que durmió en Pacheco pero solo dos horas. Quiere aclarar que fue solo y que su esposa estaba en la casa de sus suegros.
A preguntas a fin de que indique por qué fue a Escobar en colectivo en vez de haber ido en el auto, dijo: porque como el auto quedó en calle Arévalo y el lunes le había dejado las llaves al portero del edificio de 2330 para que se lo corriera.
A preguntas a fin de que indique por qué no lo corrió el dicente a la mañana y el motivo por el que solicitara, dijo: que siempre hacen eso, que para que no esté en un lugar tan oscuro.
A preguntas a fin de que indique el camino desde Pacheco a su domicilio que efectuara, dijo: Panamericana, General Paz, Lugones, Dorrego o Bullrich (no recordando bien), Santa Fe, Carranza, Paraguay y Arévalo.
Que se hacen presente en este acto los convocados por la Sra. Fiscal, los Dres. Médicos legistas Berlusconi, Sapag y José Muhammad al efecto de ampliar el informe médico legal que informaran por separado, procediendo a revisar al declarante quien asiente de conformidad. Asimismo con consentimiento del declarante, se le extraen fotografías de su cuerpo y de las lesiones que denuncia haber sufrido.
A preguntas a fin de que indique cuando se fue su esposa a visitar a sus suegros, dijo: que la llevó el fin de semana, o unos días antes, ya que el dicente pintó su casa. Que el fin de semana lo pasó allá y el dicente fue el sábado y se quedó el sábado y domingo, volvió el lunes a la mañana y volvió a viajar el lunes a la noche para Pacheco.
Luego retornaron juntos el martes a la madrugada. Que el lunes a la mañana, como estaba solo, subió a su casa y tomó mate cocido. Que como dijera antes no puede especificar pero sería alrededor de las 10 de la mañana.
A preguntas a fin de que indique como es el procedimiento para sacar la basura del edificio, dijo: que en cada piso existe próximo al departamento de contrafrente un habitáculo que era donde antiguamente estaba el incinerador. Que allí actualmente los vecinos dejan la basura. Que hay un horario para ello y luego el dicente pasa por los pisos y hace la recolección. Que hay gente que usa bolsa de consorcios, otros de laverap, otros cajas y la mayoría usa las de supermercado.
Que el dicente pasa recogiendo en una bolsa más grande todos los residuos, ilustra que no son las precintadas sino que hay que hacerle nudo manual.
A preguntas si por las lesiones que sufriera quiere instar la acción penal, dijo: no.
A preguntas a fin de que indique si la mañana del lunes pudo escuchar algún comentario sobre gritos de auxilio o quejidos, dijo: nada raro. Quiere indicar que está recordando que en realidad el miércoles a la noche, el día del velorio, durmió en su domicilio y no en la casa de su amigo.
A preguntas a fin de que indique si tiene conocimiento del horario en que el camión basurero pasa por su domicilio, dijo: alrededor de las doce de la noche.
A preguntas a fin de que indique si en el edificio de enfrente que el dicente manifiesta que trabaja, los escombros por la obra de construcción son volcados en un volquete contratado al efecto, dijo: no, lo están sacando en bolsas. Que a veces se utiliza ese material para volver a rellenar, sino se los lleva el Gobierno de la Ciudad.
Quiere aclarar que ahora recuerda que lo sucedido con el automóvil Polo negro no fue el miércoles a la mañana sino el jueves.
A preguntas a fin de que indique, si conoce al encargado suplente, dijo: que lo conoce de vista, que se llama Fernando. Que solo lo trata en el momento que el dicente le entrega las llaves.
A preguntas a fin de que indique cuándo se comunicó con la administración para solicitar licencia por enfermedad, dijo: cree que el día martes habló con Claudia la Secretaria de la administración. Ello en horarios del mediodía.
Habida cuenta las continuas contradicciones del citado y a efectos de garantizar el debido proceso que a toda persona debe asistir, y con el objeto de evitar la autoincriminación, la Señora Fiscal ordena la suspensión del presente acto.
Acta de confesión.
Se constancia:
Que en la fecha, siendo las 5.15 horas, minutos después de la declaración que se le recibiera y que fuera suspendida por la Sra. Fiscal y tras la revisación médica que oportunamente se convocara, encontrándose el testigo Jorge Néstor Mangeri aún en uno de los despachos de esta dependencia, solicitó espontáneamente mantener una entrevista con la Sra. Fiscal y el Actuario. Así las cosas la Sra. Fiscal y quien suscribe, nos trasladamos al despacho y el Sr. Jorge Néstor Mangeri manifiesta en forma sorpresiva y espontáneamente “Soy el responsable de lo de Ravignani 2360; fui yo” (sic.) para seguidamente exponer “Mi señora no tuvo nada que ver en el hecho y que ella el lunes no estuvo en el edificio” (sic.).
Ante lo cual la Sra. Fiscal lo interrumpe y le solicita que guarde silencio y que lo que quiere referir lo haga en presencia de su abogado defensor en el momento oportuno y ante el Juez de la causa.
Inmediatamente la Sra. Fiscal, siendo las 5.19 horas, se comunicó telefónicamente con Dr. Cina al número ******, Secretario del Juzgado de Instrucción Nº17 a cargo interinamente del Juez Dr. Roberto Oscar Ponce a quien pone en conocimiento de lo expuesto. Buenos Aires, 15 de junio de 2013. (Infobae)
Se dio a conocer la declaración completa del único imputado por el crimen de Ángeles Rawson, en la que aceptó haber sido el autor del homicidio. En el texto, publicado por el diario Perfil, se transcribe todo el testimonio de Jorge Mangeri y su confesión ante la fiscal María Paula Asaro.
Además de haber aceptado como autor del hecho, las análisis de ADN realizados tanto por los expertos oficiales como por los peritos de parte, determinaron la presencia de rastros genéticos del portero debajo de las uñas de la víctima, lo que complica aún más su situación.
Ante esto, el juez Javier Ruiz, lo citó a declarar el próximo lunes, pese a que ya se negó dos veces a brindar su testimonio. Asimismo, su abogado Miguel Ángel Pierri, lo visitó por segunda vez en el penal de Ezeiza, donde está recluído. "Vengo a que me explique por qué hay muestras de ADN debajo de las uñas de Ángeles", afirmó el letrado. El magistrado Ruíz tiene hasta el lunes a última hora para definir la situación procesal del encargado.
A continuación el texto completo de la declaración de Mangeri:
//////////En la ciudad de Buenos Aires, 14 de Junio de 2013, comparece ante el Sra. Fiscal y Secretario autorizante una persona debidamente citada a la que se le hace saber que se le recibirá declaración testimonial. ---------------------------
Acto seguido se la impone de los derechos de que goza, conforme lo normado en los arts. 79 y 80 del Código Procesal Penal de la Nación y de las penas impuestas en que incurren los que se pronuncien con falsedad, y se da lectura al contenido de los arts. 275 y 276 del Código Penal, prestando en tal sentido juramento de decir verdad con arreglo a sus creencias religiosas, mediante la fórmula “si lo juro”. -------------------------------------
A continuación, es interrogada por el Sr. Fiscal acerca de sus datos personales -art. 249 segundo párrafo del citado cuerpo legal- manifestó llamarse Jorge Néstor Mangeri, de nacionalidad argentina, nacido el 1 de enero de 1968, DNI ******, con domicilio en Dr. Ravignani 2360 piso 8 portería , alfabeto, casado, encargado de portería --------------------------------------------------
Preguntado sobre si posee vínculos de parentesco o interés con las partes o si con respecto a estas le comprenden las generales de la ley, que le son explicadas, contestó desempeñarse como encargado en el edificio de la calle Dr. Ravignani 2360 de esta ciudad, lugar donde vive la familia de la niña damnificada, todos con los cuales mantiene una muy buena relación, sin perjuicio de lo cual, nada impide que se exprese con veracidad.- ---------------------------------------------
Que es invitado por el Sr. Fiscal a manifestar todo cuanto supiere sobre el hecho investigado art. 118 del Código Procesal Penal de la Nación. Declara: Que se presenta en ésta dependencia en virtud a haber sido convocado por esta Fiscalía, que el declarante, tal como indicara, se desempeña como encargado en el edificio en cuestión.
A preguntas a fin de que indique sus horarios, dijo: de 7 a 12 y de 17 a 20 horas, ello de lunes a viernes. Indica que los sábados de 7 a 12 horas. A preguntas a fin de que indique si el día 10 de junio cumplió funciones en el edificio, dijo: sí, que empezó a limpiar alrededor de las 6.30. Ya que también baldea la vereda de enfrente. Que luego limpia el hall permaneciendo en el sitio hasta las 10.00 horas aproximadamente.
Que vio a la niña Angeles salir aproximadamente a las 8.30 o 9.00 horas aproximadamente. Que la madre de la niña se fue antes que ésta. Que Sergio salió aproximadamente a las 8.00 horas y le preguntó si lo había visto salir a Juan Cruz. Que el dicente no lo había visto. Indica que al cabo de un rato, Sergio volvió a salir y le dijo que Juan Cruz todavía estaba.
A preguntas a fin de que indique si vio a la empleada doméstica llegar, dijo: No se acuerda, que cree que sí. Que conoce a la familia desde aproximadamente 12 años.
A preguntas a fin de que indique si tiene llaves del departamento, dijo: sí pero que hace unos meses cambiaron la cerradura y no volvieron a darle las llaves nuevas. Que a Axel no recuerda haberlo visto salir. Que Sergio se marchó alrededor de las 8.30 horas. Que cree que un rato antes a que se fuera “Mumi” (sic.).
A preguntas a fin de que indique hasta qué hora permaneció en el hall ese día, dijo: que cree que hasta las 10.00 pero puede ser antes o después. Que luego sube a su casa a tomar unos mates con su esposa.
A preguntas a fin de que indique si previo a dejar el hall, vio regresar a Angeles, dijo: No. Ilustra que el dicente subió a su domicilio una vez que la señora del piso 5º A se marchara. Que una vez ello, el dicente cerró la puerta y subió.
A preguntas a fin de que indique si mientras permanece en el lugar, la puerta de ingreso permanece abierta, dijo: sí. Que el dicente la cierra cuando se va. Quiere indicar que en el día de la fecha, sabía que tenía que presentarse en la Fiscalía. Que el dicente estaba muy nervioso.
A preguntas a fin de que indique el motivo de por qué estaba nervioso, dijo: Que el declarante estaba en su edificio de licencia médica, pero en el trabajo de enfrente, no tenía suplente por lo cual, el miércoles a la mañana concurrió a baldear la vereda de enfrente y un auto negro, modelo Polo se le cruzó y el conductor lo encerró y lo amenazó con una pistola y un cuchillo tramontina, ello sin descender a la vez que le espetó que “le convenía venir a declarar” (sic), apoyándole en su cuello la pistola. Que el declarante no sabía aún que estaba citado.
A preguntas a fin de que indique el motivo por el que no denunció ello antes, dijo: porque pensó que era policía y el dicente le tiene miedo. Fundamenta en que hay muchos problemas con los policías. Que el dicente cree que era policía pero no lo puede asegurar. Que el sujeto de tez blanca era más bajo que el declarante.
A preguntas a fin de que indique cómo sabe que era más bajo, dijo: por la altura en donde le daba el volante al sujeto. Que el dicente posee un automóvil Megane dominio ******* color y que por la altura que le da el volante al dicente puede calcular que el individuo que lo amenazara era más bajo.
Quiere indicar que en el día de la fecha, entre las 19.00 y las 20.00 horas un policía lo subió a un patrullero y lo picanearon. Indica que le taparon la cabeza con una bolsa. Que se trataba de un patrullero viejo azul y celeste, no puede indicar la marca. Que ilustra que el policía que lo paró y le dijera que subiera al patrullero, estaba de uniforme y oficiaba de chofer.
Que el dicente subió en el asiento de atrás donde había un sujeto vestido de civil. Respecto al uniformado, no puede indicar su placa identificadora, y no recuerda si tenía escudo. Que el sujeto que estaba sentado en el asiento de atrás, era de la altura del dicente, según pudo calcular.
Que al subir, le puso que tenía que esposarlo, le puso precintos en las manos, tres en total. Que le dijeron te llevamos a declarar. Que condujo por Arévalo y al llegar a Santa Fe le pusieron un gorro de lana que le taparon los ojos y le colocaron un trapo en la boca. Continúa su relato indicando que el sujeto lo hizo agachar y le pegó en la nuca y en su rostro. Que podría reconocer al policía. Que ello fue en la calle Arévalo casi Santa Fe. Que es en las proximidades de la parada del 95.
A preguntas a fin de que indique dónde lo dejaron, dijo: que el dicente bajó en Juan B. Justo cerca de Easy. Ilustra que el policía estaba apeado y lo llevó hasta el móvil. Que no lo subieron violentamente. Que todo sucedió dentro del móvil. Que al solicitarle que exhiba las lesiones, se rectifica y dijo que lo quemaron, que no lo picanearon. Que exhibe su dorso.
A preguntas a fin de que indique dónde se encuentra pernoctando actualmente, dijo: en el domicilio de su amigo Jorge en un edificio de la calle Marcelo T. De Alvear. Que se marchó de la portería debido a que su esposa se encuentra operada y no quería molestias con los periodistas.
A preguntas a fin de que indique si la policía le exhibió videos, dijo: sí, el martes. Que lo llamaron para que reconozca si era Angeles la que venía caminando. Que el dicente dijo que sí, que no tuvo miedo en ese momento. Que lo trataron bien. Que a preguntas a fin de que indique que hacía en la zona de su barrio cuando fuera subido al patrullero contra su voluntad, dijo: que va a su domicilio y vuelve a Marcelo T. de Alvear.
Que luego del suceso con el patrullero fue a ver a un primo de su esposa que está en provincia, en Escobar, por eso no vino a declarar antes para que lo asesorara. Que previo a ello, el dicente había ido a ver a un primo de la esposa del dicente que es policía bonaerense y es de Escobar. Que alrededor de las 12.30 le avisaron al dicente que debía concurrir a declarar a esta dependencia, ello telefónicamente a su teléfono celular.
A preguntas a fin de que indique el motivo de por qué no concurrió a la Fiscalía a denunciar ello, dijo: porque no confía. Al ser preguntado nuevamente a qué hora salió Angeles de la vivienda, dijo: un rato antes de las 9.00.
No recuerda haber visto a Juan Cruz salir, ni tampoco a Axel. Que recuerda que vio salir a Angeles, porque se puso los walkman y se le cayó una carterita negra. Que recuerda que el dicente estaba limpiando el bronce del piso de la entrada a la vivienda y salió Angeles y se le cayó la carterita.
Quiere indicar que el día martes, alrededor de las 6.00 horas concurrió a la Clínica Ciudad. Que ese día no le dieron certificado y lo medicaron. Que luego concurrió el día miércoles a las 6.00 horas también a hacerse ver.
Repreguntado el testigo para que indique nuevamente los horarios que vio salir e ingresar a la familia de la niña damnificada, dijo: primero salió Jimena, que ella salió antes de las 7.00 am; luego se fue “Pato” (sic.) por Sergio y luego la Mumi. Que el dicente bromeó con esta última puesto que cuando se le cayó la cartera y la juntó el dicente se la volvió a tironear para que se le cayera de vuelta.
Que en otras oportunidades ha hecho esas bromas, no específicamente con la cartera, pero si con otras cosas, no pudiendo precisar en éste momento. Que recuerda que aproximadamente a las 17.30 horas de aquel día vio entrar a Jimena al edificio. Que el dicente se encontraba vestido con un buzo. Que Jimena le preguntó que le pasaba porque lo veía mal y le dijo que se sentía medio engripado.
Que en este acto se hace presente el Médico Legista Dr. Gerardo Decanio matricula Nacional ******, convocado por la Sra. Fiscal, quien procede a examinar las lesiones que manifiesta presentar el declarante, visible a la instrucción en su tórax y abdomen, cuyo informe y conclusiones acompaña por separado.
A preguntas a fin de que indique si el edificio posee sótano, dijo: si, y que es un depósito en el subsuelo.
A preguntas a fin de que indique si el mismo se cierra con llave dijo: si. Que llaves del lugar posee el dicente y los propietarios del consejo.
A preguntas a fin de que indique cuando se enteró de la ausencia de Angeles del domicilio, dijo: el martes a la mañana, la esposa del declarante le comentó. Que eso sería aproximadamente a las 10.00 horas, puesto que su esposa concurrió a comprarle los remedios y se encontró a la señora Jimena en la puerta y le contó que Angeles estaba desaparecida.
A preguntas a fin de que indique de qué la operaron a su esposa, dijo: aproximadamente hace 5 años de cáncer de tiroides. Que la operaron dos veces por ese motivo.
A preguntas a fin de que refiera si concurrió al velatorio de la niña, dijo: No, que iban a ir el día que llevó a su esposa a la casa de su amigo. Que no le avisaron donde era. Que luego su esposa llamó a cochería Paraná y le confirmaron la dirección.
A preguntas a fin de que indique cómo sabia que la casa funeraria era cochería Paraná, dijo: porque lo vio por televisión. Que finalmente no concurrieron debido a que el dicente sintió miedo por lo sucedido y que explicara más arriba.
A preguntas a fin de que indique si en la cuadra hay volquetes del gobierno de la ciudad, dijo: no, que una vez trajeron uno pero duró un par de días. A preguntas a fin de que indique cómo se llama la propietaria del 5º A, dijo: M****** L******.
A preguntas a fin de que indique respecto al martes 11, si cumplió funciones, dijo: no. Que estaba en el edificio. Que estuvo todo el día en su casa.
A preguntas a fin de que indique si cuando se enteró de la aparición del cuerpo de Angeles, bajó a saludar a la familia, dijo: no, que se encontraba con mucha fiebre y estaba muy transpirado. Que la esposa del declarante bajó dos o tres veces. Que cree que el día martes saludó a “Pato” en el hall, a la noche. Que le dio las condolencias a él y le preguntó por Jimena, refiriéndole que estaba acostada.
A preguntas a fin de que indique qué día se marchó hacia lo de su amigo, dijo: el miércoles a la mañana. Que se fue con su esposa.
A preguntas a fin de que refiera si tiene hijos, dijo: no. Por el problema de la esposa del declarante que indicara más arriba.
A preguntas a fin de que indique respecto a la familia de la menor damnificada, si tiene conocimiento si se llevaban bien entre ellos, dijo: los hermanos se llevaban bien entre si. Respecto a Jerónimo, indica que hace mucho que no vive en la casa. Respecto a Jimena, manifiesta que es depresiva y se escuchaba que gritaba mucho a los chicos; Que Sergio jamás lo escuchó discutir. Refiere que nunca vio que Sergio hiciera diferencia entre su hijo y sus hijastros. Que ilustra que de la puerta para dentro, no sabe como es la historia familiar.
Que siempre se escucha que Jimena grita, y les exige mucho a los chicos. No conoce qué les profiere, ni los motivos.
A preguntas a fin de que indique quién se encuentra cumpliendo las labores del declarante en el edificio de enfrente, dijo: nadie. Que se trata de un edificio tipo PH. Que está ubicado en 2337. Que hace unos días atrás comenzaron a cambiar los caños del pasillo.
Que debido a que el dicente es quien posee las llaves del edificio de enfrente le solicitó al encargado del edificio ubicado en 2336 para que le entregara las llaves a los obreros y luego se las pasara al encargado del edificio de la calle 2330 para que se las restituya al declarante. Para ello le dejó las llaves en un sobre en el buzón y le avisó por teléfono.
A preguntas a fin de que indique si su amigo Jorge también es encargado de edificio, dijo: si. Que vive en Marcelo T. de Alvear y 9 de julio.
A preguntas a fin de que indique dónde hace las compras habitualmente, dijo: en Día, o por avenida Santa Fe. Que las compras las hace su esposa. Que la última vez que habló con su esposa en el día de la fecha, aproximadamente a las 14.00 horas.
Que el dicente tras salir de la clínica se marchó para Escobar a ver a su primo policía. Que luego se quedó con poca batería. Que no concurrió a esta dependencia debido a que fue en búsqueda de asesoramiento de su primo. Que su primo se llama C****** S******. Que no recuerda el teléfono de éste y que perdió su aparato celular hoy. Que el declarante fue al trabajo de éste, que labora en Ford como adicional. Que llamó desde una linea telefónica al celular del nombrado, te. 15-****** (para aportarlo se fija en un papel). Que el dicente no tenia carga, por eso no llamó desde el mismo. Que le pagó 20 pesos a un chico que vende discos compactos frente a una YPF próxima a la Ford para que lo dejara llamar a C******.
Que para ir a la Ford tomó el colectivo 15. Que pagó con la tarjeta Sube pero en este momento cree que la perdió, no pudiendo aportar su numeración por ello.
Que regresó de Escobar alrededor de las 19.00 horas aproximadamente, descendiendo del colectivo 15 en Dorrego y Campos de esta ciudad, (en este momento el testigo evidencia nerviosismo). Que por Dorrego tomó una gaseosa en un bar y luego de pasar el viaducto de Santa Fe se topó con el patrullero.
A preguntas a fin de que indique el motivo por el cual descendió allí puesto que según refiere se encuentra parando en Marcelo T. de Alvear y 9 de Julio; dijo: porque hoy quería ir para su casa. Indica que desconoce el cargo de C****** y en qué comisaría trabaja, pero cree que es en Pacheco. Repreguntado que es el testigo cuando fue la última vez que estuvo en su casa, dijo el miércoles, cuando se marcharon con su esposa a lo de Jorge.
A preguntas a fin de que indique si Jorge es casado, dijo: si, pero que vive únicamente con su esposa. Quiere indicar el dicente que los días que estuvo más enfermo fue el lunes y martes. Que el miércoles ya se encontraba mejor, por eso fue a lo de Jorge, y para estar más tranquilo por todo lo que estaba pasando.
Repreguntado el motivo por el cual no saludó a la familia damnificada que manifiesta conocer desde hace tantos años, dijo: que no sabe. Que estuvo mal.
Que preguntado para que indique donde durmió el día jueves a la noche, dijo: en lo de Jorge. Preguntado para que diga dónde durmió el miércoles a la noche quiere rectificarse, indicando que no durmió en lo de Jorge pero que no recuerda dónde durmió (evidencia mucho nerviosismo).
Manifestando espontáneamente que no miente que tiene mala memoria que es un desastre con eso. Que cree que el miércoles durmió en lo de Jorge, pero no está seguro.
A preguntas a fin de que indique si conocía algún novio de Angeles, dijo: no, nunca. A preguntas a fin de que indique si era llamativa Angeles para vestirse, dijo: no. Que le llamó la atención luego las fotos que viera de Angeles en televisión.
A preguntas a fin de que indique si el dicente posee Facebook, dijo, no. Que su esposa se hizo en éstos días por la cadena por el tema de Angeles. Que Angeles normalmente era sencilla para vestirse, es decir, joggings y ropa de tarde del colegio. Que no hablaba mucho con ella porque era muy introvertida de muy pocas palabras. Que el dicente le decía Mumi, porque así era conocida.
A preguntas de la Señora Fiscal a fin de que indique que hizo el lunes 10 a la noche, dijo, que se fue para Pacheco a donde viven sus suegros. Que volvieron a la madrugada. Que el dicente a la mañana no estaba tan enfermo pero que empeoró a la tarde.
Que el teléfono de sus suegros es Tel. ****** que sus suegros son T****** y C****** S******. Que fueron en el vehículo del dicente, que es de color gris. Que durmió en Pacheco pero solo dos horas. Quiere aclarar que fue solo y que su esposa estaba en la casa de sus suegros.
A preguntas a fin de que indique por qué fue a Escobar en colectivo en vez de haber ido en el auto, dijo: porque como el auto quedó en calle Arévalo y el lunes le había dejado las llaves al portero del edificio de 2330 para que se lo corriera.
A preguntas a fin de que indique por qué no lo corrió el dicente a la mañana y el motivo por el que solicitara, dijo: que siempre hacen eso, que para que no esté en un lugar tan oscuro.
A preguntas a fin de que indique el camino desde Pacheco a su domicilio que efectuara, dijo: Panamericana, General Paz, Lugones, Dorrego o Bullrich (no recordando bien), Santa Fe, Carranza, Paraguay y Arévalo.
Que se hacen presente en este acto los convocados por la Sra. Fiscal, los Dres. Médicos legistas Berlusconi, Sapag y José Muhammad al efecto de ampliar el informe médico legal que informaran por separado, procediendo a revisar al declarante quien asiente de conformidad. Asimismo con consentimiento del declarante, se le extraen fotografías de su cuerpo y de las lesiones que denuncia haber sufrido.
A preguntas a fin de que indique cuando se fue su esposa a visitar a sus suegros, dijo: que la llevó el fin de semana, o unos días antes, ya que el dicente pintó su casa. Que el fin de semana lo pasó allá y el dicente fue el sábado y se quedó el sábado y domingo, volvió el lunes a la mañana y volvió a viajar el lunes a la noche para Pacheco.
Luego retornaron juntos el martes a la madrugada. Que el lunes a la mañana, como estaba solo, subió a su casa y tomó mate cocido. Que como dijera antes no puede especificar pero sería alrededor de las 10 de la mañana.
A preguntas a fin de que indique como es el procedimiento para sacar la basura del edificio, dijo: que en cada piso existe próximo al departamento de contrafrente un habitáculo que era donde antiguamente estaba el incinerador. Que allí actualmente los vecinos dejan la basura. Que hay un horario para ello y luego el dicente pasa por los pisos y hace la recolección. Que hay gente que usa bolsa de consorcios, otros de laverap, otros cajas y la mayoría usa las de supermercado.
Que el dicente pasa recogiendo en una bolsa más grande todos los residuos, ilustra que no son las precintadas sino que hay que hacerle nudo manual.
A preguntas si por las lesiones que sufriera quiere instar la acción penal, dijo: no.
A preguntas a fin de que indique si la mañana del lunes pudo escuchar algún comentario sobre gritos de auxilio o quejidos, dijo: nada raro. Quiere indicar que está recordando que en realidad el miércoles a la noche, el día del velorio, durmió en su domicilio y no en la casa de su amigo.
A preguntas a fin de que indique si tiene conocimiento del horario en que el camión basurero pasa por su domicilio, dijo: alrededor de las doce de la noche.
A preguntas a fin de que indique si en el edificio de enfrente que el dicente manifiesta que trabaja, los escombros por la obra de construcción son volcados en un volquete contratado al efecto, dijo: no, lo están sacando en bolsas. Que a veces se utiliza ese material para volver a rellenar, sino se los lleva el Gobierno de la Ciudad.
Quiere aclarar que ahora recuerda que lo sucedido con el automóvil Polo negro no fue el miércoles a la mañana sino el jueves.
A preguntas a fin de que indique, si conoce al encargado suplente, dijo: que lo conoce de vista, que se llama Fernando. Que solo lo trata en el momento que el dicente le entrega las llaves.
A preguntas a fin de que indique cuándo se comunicó con la administración para solicitar licencia por enfermedad, dijo: cree que el día martes habló con Claudia la Secretaria de la administración. Ello en horarios del mediodía.
Habida cuenta las continuas contradicciones del citado y a efectos de garantizar el debido proceso que a toda persona debe asistir, y con el objeto de evitar la autoincriminación, la Señora Fiscal ordena la suspensión del presente acto.
Acta de confesión.
Se constancia:
Que en la fecha, siendo las 5.15 horas, minutos después de la declaración que se le recibiera y que fuera suspendida por la Sra. Fiscal y tras la revisación médica que oportunamente se convocara, encontrándose el testigo Jorge Néstor Mangeri aún en uno de los despachos de esta dependencia, solicitó espontáneamente mantener una entrevista con la Sra. Fiscal y el Actuario. Así las cosas la Sra. Fiscal y quien suscribe, nos trasladamos al despacho y el Sr. Jorge Néstor Mangeri manifiesta en forma sorpresiva y espontáneamente “Soy el responsable de lo de Ravignani 2360; fui yo” (sic.) para seguidamente exponer “Mi señora no tuvo nada que ver en el hecho y que ella el lunes no estuvo en el edificio” (sic.).
Ante lo cual la Sra. Fiscal lo interrumpe y le solicita que guarde silencio y que lo que quiere referir lo haga en presencia de su abogado defensor en el momento oportuno y ante el Juez de la causa.
Inmediatamente la Sra. Fiscal, siendo las 5.19 horas, se comunicó telefónicamente con Dr. Cina al número ******, Secretario del Juzgado de Instrucción Nº17 a cargo interinamente del Juez Dr. Roberto Oscar Ponce a quien pone en conocimiento de lo expuesto. Buenos Aires, 15 de junio de 2013. (Infobae)
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sábado, 29 de junio de 2013
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