La novela policial que no fue...

Otro caso de micrófono fácil en Buenos Aires

No sólo la tormenta azotó el lunes por la noche a la ciudad de Buenos Aires. Mientras todos estábamos distraídos sacando el agua de nuestras casas, escurriendo trapos o llamando a familiares para ver si todo estaba bien, un extraño suceso televisivo tenía lugar en Villa Crespo.

La pantalla de TN fue el escenario de los acontecimientos. Todo ocurrió cuando Sergio Lapegüe, a cargo del envío a ese hora de la noche, le dio “el pase” a su compañera Dominique Metzger, quien cubría las consecuencias de la tormenta en la ciudad. A minutos de iniciar su reporte sobre calles anegadas, sumideros tapados y aguas hasta las rodillas, Dominique fue advertida sobre un robo en proceso a escasos metros de su posición.

Inmediatamente y sin chequeo alguno, la movilera anunció la noticia, que alarmó a Lapegüe, y corrió a cubrir los hechos. Al parecer, el robo tenía lugar en una peluquería. Ambos periodistas coincidieron en el diagnóstico de la situación y Lapegüe hasta se encargó de advertir a su compañera que tomara las debidas prevenciones.

Dominique pudo ver la presencia de dos menores -claramente, dos pibes chorros, desde su óptica- quienes, según explicó, al verla llegar con la cámara tomaron baldes y comenzaron a simular estar sacando agua del local.

Pero nuestra perspicaz notera no se dejó engañar y nos dio la posta. Era evidente que la apariencia de ambos chicos le dio la pista certera a Metzger, quien adoptó un tono de complicidad con nosotros, los televidentes, para poder seguir de cerca el accionar de los maleantes y no alertarlos de manera tal que pudieran darse a la fuga.

Lamentablemente, el caso no tendrá su debido castigo dado que los menores sacaron de la manga una coartada difícil de refutar: la dueña de la peluquería, una señora que claramente pocas ganas tenía de colaborar con la Justicia, salió del local para anunciar que los pibes no eran chorros, sino sus hijos. Y que los baldes no eran parte de un simulacro, sino que eran sus armas para combatir la inundación.

En ese momento, la desazón se hizo dueña del aire y a nuestros cronistas no les quedó otra que aceptar la excusa. Pero por suerte sabemos que ellos siempre están allí, siempre dispuestos a darnos una noticia, aunque no la haya.

Fuente: Ud. Reportero