La visión de un periodista francés sobre Maradona y Riquelme

¡Quiero una selección con Diego y Román pero sin Maradona! (Por Poyetan Le Blanch)

El polémico periodista francés analiza en pasado y presente a los dos personajes más controvertidos del fútbol argentino. Diego porque habla de más, y luego dice tener 'códigos' y Riquelme, que respeta de más y se llama a silencio.

* Juan Román Riquelme
* Diego Armando Maradona

Por Poyetan Le Blanch.-

La historia no comienza en La Paz, ni se potencia en Quito. La historia no es la altura, es que no está a la altura. No está a la altura de sí mismo, a la altura que se creó él, cuando construyó su historia. Porque cuando uno habla de Diego Maradona, parece que no habla de una persona normal, parece que se tiene censurada la opinión; no por despotismo, sino porque a Dios no se le puede cuestionar.

Diego ya no es Diego, porque no se puede ser siempre el mejor. Y Diego no sabe reconocer sus límites... Maradona ya no es Diego, son distintos y lo fueron siempre; esta dicotomía en su personalidad impide ver con claridad quién es quién. Confunde, porque para todos Diego va acompañado de Maradona, pero no…

Diego es el futbolista del pueblo, de la pasión, de los códigos, del 'barrilete cósmico', de la victoria eterna, la siempre recordada... Maradona, en cambio, es el entrenador, el que transa, el político, el que parece calmo, el déspota (“la capitanía se la doy a Heinze, porque lo digo yo”).

Maradona es el Diego perdido, el que acepta que 'Don' (grande la palabra para algunos) Julio Grondona no le permita armar su cuerpo técnico, que le baja el pulgar a Oscar Ruggeri, y él, el Maradona extraviado, acepta condiciones, transa con el poder para intentar jugar sus últimas cartas de popularidad.

Y este Maradona, el que no llama a Gonzalo Higuaín, el que entra en el conflicto con Juan Román Riquelme hablando por un canal de televisión. Es el Maradona del establishment, al que no le importa lo que se diga, ya no porque él es Diego y Dios y está más allá de todo… no le preocupa nada porque está en un lugar jerárquico donde parece que nada puede tocarlo, tiene el poder.

Y se equivoca Don Maradona, ya no porque su hoy pisa la historia de su ayer, tan grande, tan rica, que da pena ver como se achica y se destruye paso a paso. Se equivoca porque está olvidando sus fuentes, su consecuencia consigo mismo, con Don Diego.

No son buenas las comparaciones, pero esto que le pasa a Maradona no le pasa a Riquelme. Sigue siendo el mismo, jugando mal o bien, con sus privilegios y con su capricho cuando no los tiene, con sus códigos y sus silencios.

Maradona dejó de ser Diego cuando se peleó con su amigo Juan Román, y esto le pasa factura (algún día contaré la verdadera historia de la separación entre ambos). Perdió al eje del seleccionado y con ello las ideas de todo un grupo dentro de un campo de juego; perdió la altura.

Riquelme ha sido el último futbolista en tener las ideas claras, en pretender que el seleccionado argentino tenga una identidad... la suya, claro, pero una identidad. Esa del toque que para todos es intrascendente, el pase al costado, sí, pero le daba el manejo de los tiempos de un partido con la posesión de la pelota.

Todavía se recuerda el miedo que corría por los pies de Michael Ballack en el encuentro del mundial. Como buen alemán disciplinado, no lo dejaba ni respirar por las dudas que el 10 sacara de sus botas una de sus geniales asistencias. Y en una de las pocas, donde no se descuidó, pero es imposible marcar en un tiro de esquina al que lanza, pum, centro y gol de Fabián Ayala.

Lo dijo Marcelo Lippi luego de que Italia dejara fuera a los locales en su Mundial: “Aprendimos del error de la Argentina, por eso no saqué a Totti”. Algunos dirán que eso es pasado, y es verdad. Otros que el presente de Riquelme no es alentador, y también es verdad.

Pero lo que no se puede poner en discusión es que Riquelme motivado, aunque parezca no estar bien físicamente, es el eje, el que consume las presiones del resto, el que permite que todos descarguen. Y digo motivado porque Riquelme es como un niño, necesita del cariño más que de su potencia; le vale más una caricia que el mejor preparador físico.

Aquí se equivocó Maradona, porque no fue Diego. Y el seleccionado argentino sufre estas consecuencias, porque sería bonito -y lo dice un francés amante del buen fútbol- ver a Tévez, a Messi, a Agüero, a Higuaín, a Riquelme y a Diego juntos, pero para que esto suceda, no tiene que estar Maradona.

Fuente: Goal.com.es