¿Lo tenían?

Horacio Cabak

Sus crónicas picantes (aunque ahora reconoce que está retirado) siguen siendo material para un libro. Generoso como es, nos tira una puntita de su vida de dandy. ¡Master, no necesitás a Johnson!

-¿Te considerás un dandy?
-Hay características que están buenas de ese estilo de vida; les envidio mucho el hecho de que no laburan, porque esa es su esencia: no necesitan guita para vivir, porque la dibujan por algún lado, no se sabe por dónde pero lo logran. En mi caso, laburo lo justo y necesario, porque me encanta tener tiempo libre para dedicarme a no hacer nada; del dandy original tengo eso de que me encanta la buena vida, los buenos tragos, la estética, la tecnología y manejar un lindo auto.
-¿Con las mujeres también sos un dandy?
-Lo fui en algún momento de mi vida, pero ya no. ¿Sabés por qué? El dandy no termina de comprometerse con ninguna mina y yo estoy ¡hasta las manos con mi mujer!
-Pero fuiste parte del club...
-Fanático te diría. Eso sí, el tema flores, cenas románticas y toda la parafernalia que algunas necesitan no me van y nunca me fueron.
-¿Derecho a los postres?
-Tuve mis momentos de sexo deportivo, como lo llamo con mis amigos: eso de batir récords y estar en posición de seducción compulsiva.
-¿Cómo anduviste con tus marcas?
-Fueron divertidas por la cantidad de visitas en un mismo día o cuántas veces seguidas con la misma, sin parar. Pero por mi estado civil no quiero abusar de la confianza. Sólo te digo que mi vida de soltero fue bastante entretenida.
-¿Consejos para un novato en el gremio?
-Nada mejor que vivir la vida de un modelo: te invitan a las mejores fiestas, te codeás con el mundo fashion y muy lindas señoritas, que son tus compañeras de laburo en definitiva. Y a la larga terminás saliendo con ellas. Era como Beverly Hills, versión argentina: teníamos vida de ricos, pero cuando llegaba a casa no tenía ni tele. La verdad es que no hace falta guita para ser un dandy. Eso sí, siempre mucho forro y nada de mentiras. Fui muy honesto y frontal.
-Insisto: derecho a la cama...
-Me acuerdo que una vez abrí la puerta de mi depto totalmente borracho y le dije a la chica de turno: “Dale, sacáte la ropa y ponéte en cuatro”, pero no me enorgullece decirlo.
-¿Cómo terminó?
-Obvio que en cuatro, porque nos divertíamos. Fue como decir “no perdamos el tiempo en boludeces y vamos a garchar”.
-Y fiesta, fiesta!!!
-Esperá: otro consejo. No hay nada mejor que ir a la disco después de haber tenido una buena tarde de sexo, porque las minas no sé qué tienen pero te huelen. No sé cómo explicarlo, pero es como si estuvieras relajado o más tranquilo, porque el amigo ya tuvo su fiestita. Los días que iba al boliche “comido”, repetía el plato. Tenía más chance que cuando tenía que ir obligado a la búsqueda.
-¿Qué mantenés hoy de aquel fiestero?
-Salvo por el desorden de los hijos y un embarazo de mellizos que nacen de un momento a otro, intento no perder mi costado divertido. Un buen dandy debe reconocer cuál es el momento justo para ponerse la galera y para quitarla de su lugar.
-De pendejo, ¿te imaginaste tener sexo con una embarazada de dos?
-Nunca y tampoco me calentaba. Es más, para mí está loco aquel que esa situación lo excita, pero me tuve que acostumbrar porque los primeros meses la mujer está a full con sus hormonas. En cambio, el hombre tiene muy presente que ahí adentro hay un pibe. Sin embargo, la pareja reclama y dice que una parte de su cuerpo no está enterada del embarazo.
-¿Una última crónica picante?
-Mi mejor momento fue cuando vivía en un monoambiente a media cuadra de un conocido shopping, en Palermo; estaba solo y sin novia fija. Me acuerdo que todas mis ex hacían compras por ese lugar y después pasaban, tocaban el timbre y veían qué onda. Te juro que un día dejé de atender porque mi cuerpo no podía más, ¡me pedía a gritos que parara! Es que abrías la puerta del dos por dos y te caías encima de la cama, porque sólo quedaban 40 centímetros hasta ambas paredes. Era fácil: adentro o afuera, y si se metían, entraban derecho al matadero. Más de una vez, después de una noche tórrida, me paró la portera haciendo referencia a los cantos de tantas sirenas.
-Música, maestro!!!
-Mucha, pero no había cómo tapar los ruidos, que se colaban por la puerta vencida que tenía el bulo. Imagináte: cuando cerraba todo me entraban los dedos por una pequeña abertura que dejaba filtrar todo lo que pasaba ahí adentro. Un verdadero desastre, pero estaba en una época de mi vida que no me importaba lo que podían decir los vecinos, sólo quería disfrutar y lograr que mis parejas hagan lo mismo conmigo.
-¿Y en la actualidad?
-Las dimensiones de mi casa cambiaron, menos mal; y con un hijo dando vueltas los volúmenes se apaciguaron, pero la pasión sigue latente y bien presente. En definitiva, nos mantiene vivos como pareja. El tema es que con dos nuevos en camino tendremos que ser mucho más sutiles, sin duda.

Esta entrevista fue hecha antes de que nacieran sus mellizos para la revista H.

A pesar de todo me sigue pareciendo aburrido e insulso como chupar un clavo.