América: estar donde había que estar

Ayer no era un día para tibios. Los grises no debían figurar en la paleta de colores de la televisión argentina. Esa gran caja de repercusión que es la pantalla no podía mirar para otro lado. Por un momento debía dejar de lado la irrealidad mediática para meterse de lleno en la realidad del tipo que cada día se sienta frente al aparatito esperando que lo entretengan pero que no le tapen el sol con la mano.

Así lo entendió, una vez más, la gente de América. Como en aquel histórico y nefasto 2001 cuando fue el único canal que transmitió en vivo un cacerolazo que los demás tapaban con ruido a nada. Mismos elementos, misma gente, distinto contexto y otra vez el canal menos poderoso estuvo en el lugar que había que estar. Sin medias tintas.

Desde Mirtha Legrand que dejó de lado su habitual y merecido descanso de los feriados para ponerse al hombro un brillante programa con los líderes del movimiento ruralista. Lúcida como siempre, la diva le sacó jugo a cada uno de ellos y dejó que la realidad se convirtiera en el plato principal. Se limitó a preguntar, a opinar y a escuchar mucho. Porque precisamente era un día para escuchar. Para dejar que la gente se expresara. Para demostrar que los medios son precisamente eso, el vehículo para que la gente se exprese.

Con el marco frívolo de una mesa, Mirtha sacó de la galera el mejor programa periodístico sobre el tema. Por algo superó los diez puntos de rating. Porque importaba, porque era necesario, porque ya se escuchaba, a esa hora, ruido a que algo iba a pasar.

Por eso, como nadie, lo entendió América que no dudó en levantar su programación habitual a partir de las 20 horas. En el exacto momento en que se empezó a escuchar el primer cacerolazo en Avenida Santa Fe, en Olivos, en Gulaguaychú, en Córdoba y en cada punto del país.

Con mesura, sin poner una palabra de más, sin agregar nada irritante, sólo mostrando la realidad, Mónica Gutiérrez y Guillermo Andino pilotearon una edición maratónica de América Noticias que recién finalizó cerca de la medianoche.

Desde las 18.30 y por cinco horas sin respiro. Una lección de periodismo. Mientras tanto, en los otros canales la gente de mentira chocaba contra muros, se jugaban partidos que a nadie le interesaba o el romance de Miguel Ángel Rodríguez con Claribel Medina seguía en el país del nunca jamás. La realidad, bien gracias.

Sin parar ni siquiera para facturar, el canal que siempre escucha lo que pasa en la calle demostró una cintura envidiable. No dudó en levantar las tandas y hasta un ciclo insignia de la emisora como RSM. Ayer era más importante estar con la noticia, con la gente.

Así lo marcaba ese pulso televisivo que era el minuto a minuto. Era increíble ver cómo los espectadores se iban moviendo a medida que los canales abandonaban o retomaban el tema. Como el cable crecía de manera incontrolable. Los que no estaban con las cacerolas estaban en su casa hambrientos de noticias, angustiados, con miedo.

Sin poder expresarse pero con un canal de televisión que le ponía voz a todos esos sentimientos. Como en el 2001, otra vez América demostró que es el canal que la gente busca cuando quiere conocer la verdad. Lejos de la visión empresaria y cerca del corazón del periodismo. Lo que espera la gente y lo que le dio el canal sin dudar. Más allá de los fantásticos rating que lo convirtieron en un día histórico para América.

Es apenas una anécdota que puede quedar sólo como eso y todos volver a remar al otro día para mantenerse a flote. Pero ayer se demostró quién es quién en los medios. Y quiero decir que, como espectador y ciudadano, me sentí orgulloso de mi canal.

Por Jorge Rial para Primicias Ya