domingo, 24 de mayo de 2020

Al exaltado le van a tener que retirar "las líneas" antes de cada discurso

Image from Gyazo
A comienzos de la semana, cuando empezaba a subir la espuma entre algunos dirigentes de la Provincia y Horacio Rodríguez Larreta, hubo una video conferencia de Axel Kicillof con un centenar de intendentes. Muchos peronistas pero también había pantallas con las caras de jefes municipales opositores.

Después de un comienzo sereno, la emprendió contra el jefe de gobierno porteño. Fueron quince minutos de furia que sorprendieron, incluso, a un par de curtidos peronistas. “Nos hizo sentir incómodos”, se resignó uno de ellos. “Axel no aprende más”, resopló.
En estos días, mantuvo varias charlas e innumerables chateos con el Presidente, quien le pidió que bajara un poco el tono de la confrontación. Y también habló con Rodríguez Larreta, a quien le recomendó un paper sobre enfermedades infecciosas. Fue en vano.
El sábado por la noche, después de que Alberto y Horacio se tiraran algunas flores en el anuncio de la extensión de la cuarentena, Kicillof subió los decibeles de su voz para entonar un discurso de veintiún minutos en el volumen que más le gusta. “¿Quién se enamora de la cuarentena?”, preguntó, mirando el horizonte como si delante tuviera una tribuna y no un grupo de periodistas esperando para hacer algunas preguntas.
“Nosotros vinimos a levantar el país”, se envalentonó. Y le siguió metiendo leña al fuego. “Recibimos la Provincia en estado de abandono, con obras paralizadas en cuatro hospitales”, describió, apuntándole esta vez a su antecesora, María Eugenia Vidal.
“Nosotros ampliamos una estructura de salud que estaba deteriorada”, continuó para cerrar la idea con una frase arriesgada. “Hicimos en estos dos meses lo mismo que se hizo en los últimos doscientos años”
Alberto Fernández lo miró por un instante con el ceño fruncido y luego bajó la cabeza meneándola. Los piratas de Twitter se hicieron un festín en ese mar borrascoso.
Por momentos, Kicillof levantaba el dedo y lo agitaba rasgando al aire en medio del silencio de la Quinta de Olivos. Le dedicó un elogio a Máximo Kirchner, el diputado que va ganando espacio en el decisivo territorio bonaerense y con el que empieza a disputar las simpatías y los enconos en la interna áspera del peronismo provincial.
El Gobernador terminó sus palabras con un cierre abrupto y dijo muchas gracias, pero no sonaron los aplausos que tan fácil surgen en campaña. El Presidente, y varios de sus ministros, respiraron aliviados cuando empezaron las preguntas y Alberto volvió a ocupar el centro de la escena.
La oposición se encendió en las redes y desde Martín Lousteau a Jorge Macri, pasando por Mario Negri y Cristián Ritondo, le dedicaron algunas réplicas filosas desde sus cuentas en las redes sociales.
Faltan más de dieciséis meses para las elecciones legislativas. Pero Axel Kicillof demostró el sábado que el rigor de la pandemia no endureció sus músculos tan entrenados para la confrontación. (Clarín)

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